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  • Movimiento Vientos del Pueblo

Un sistema de salud desmantelado y un gobierno que demuestra su incapacidad ante la situación actual


La emergencia sanitaria no ha sido enfrentada de una manera adecuada por el gobierno actual, el peso de esta crisis recae principalmente en los sectores populares, quienes ven de manera alarmante cómo crecen los casos y cómo no pueden acceder a un sistema de salud que ha sido desmantelado históricamente. El panorama es complejo siendo fundamental establecer responsabilidades, más aún cuando el discurso de las clases dominantes y el Estado pretenden culpabilizar a las masas populares y su supuesta falta de “disciplina y conciencia”.


El gobierno sabía de los casos de coronavirus desde varios días antes que se declare la emergencia, viendo que éste se expandía en varios países aceleradamente, no tomó, en su momento, las precauciones necesarias, y cuando intentó reaccionar fue muy tarde. Llegaron al punto de culpar al coronavirus de la crisis económica del país en la cadena del 10 de marzo, donde anunciaron las medidas que forman parte del paquetazo gradual que están implementando, pero eso sólo lo hicieron como una suerte de demagogia que, puertas adentro, minimizaba el problema. Había un escenario, de cierta manera predecible, con lo que había ocurrido en China e Italia, y se empezaba a manifestar de manera alarmante en España. Minimizaron el problema y se vinieron las consecuencias.


Se impulsaron una serie de declaraciones, en muchos casos aisladas de nuestro contexto social y económico, que no guardaron conexión con lo que el gobierno hacía en la práctica. Cuando empezaron a conocerse los primeros casos, mantuvieron aún una posición muy pasiva. Posteriormente, en una especie de competencia politiquera demagógica, al ver que el alcalde de Quito anunciaba ciertas medidas, salieron también presurosos a hacer lo mismo. Ello resulta obvio en un año marcado por el inicio de la campaña electoral.

Nos enfrentamos a este problema con un sistema de salud desmantelado desde la época de Correa, al que este gobierno también le dio duros golpes, y que además es manejado de forma ineficiente e indolente. Recién una semana después de que iniciaron las medidas de contención del virus, pensaron en importar gran cantidad de pruebas para Covid-19, sin hacerlo de forma suficiente hasta la actualidad. Cómo es posible que se estén realizando pruebas de coronavirus en laboratorios privados, con un precio que oscila entre los 80 y 120 dólares, mientras en el sector público no tienen ya insumos suficientes para realizarlas, incluso postergando los análisis que debe hacerse el personal de salud posiblemente contagiado. Nuevamente se sigue beneficiando a algunos laboratorios privados en desmedro de la mayoría de la población.


La emergencia sanitaria les pasó por encima. No se preocuparon del equipamiento de los profesionales de la salud y el personal administrativo, operativo y de limpieza. Tuvieron que contagiarse 24 de ellos, y hacerse varias protestas, para que piensen recién en equiparlos, aún sin contar hasta el día de hoy con los insumos necesarios.


Hasta ahora no existe un plan concreto que haya sido difundido sobre la utilización de los hospitales y clínicas privadas. Algo vital en esta emergencia. Además de exigir que aseguradoras y farmacéuticas den un apoyo real y concreto ya que han lucrado años de la salud.


Las medidas para detener el virus han sido escuetas. Las personas con sospecha de estar infectadas, y quienes lo estaban también, eran devueltas a sus casas, donde sin duda se ampliaría el círculo epidemiológico. ¿Por qué no se tomaron varias de las infraestructuras existentes y se aisló de manera adecuada a las personas contagiadas?


Han sido miserables las declaraciones del vicepresidente quien ha dicho “habrá que escoger a quién salvamos”. Eso demuestra el carácter de clase de este viejo Estado, que no es más que un aparato que representa los intereses de la burguesía y las élites económicas.


Ello podemos constatarlo también en las evidentes asimetrías que existen tanto en acceso, como en cobertura y calidad de atención en salud que recibe el pueblo, en contrate con las clases dominantes. Mientras unos tienen que hacer filas durante horas fuera de los hospitales públicos, con molestos síntomas, pudiendo incluso estar contagiados; a otros les van hacer la prueba de Covid-19 en la comodidad de sus casas, acceden a atención individualizada y rápida, pudiendo enfrentar de mejor manera la enfermedad. Queda más que demostrado que en el capitalismo imperialista la salud es un privilegio. Los sectores populares son los más afectados en esta situación. Muchos, para no morirse del hambre, se ven obligados a ver la forma de seguir trabajando, puesto que el gobierno no ha presentado ninguna alternativa seria para ellos. Debe haber muchos casos que aún no han sido detectados en el campo y en la ciudad, y que aumentan las probabilidades de un escenario complicado.


Recordemos los negociados corruptos del MSP, la utilización de los recursos del IESS como caja chica, y las obras con sobreprecios en el gobierno de Correa; los recortes de personal, la intención de rebajar el estipendio a los estudiantes de ciencias médicas, o los recortes presupuestarios en salud, impulsados por Moreno y su séquito; el cierre del Patronato San José iniciado por Rodas y finiquitado por Yunda. Todos los politiqueros lucen su hipocresía a diario en los medios de comunicación hablando de unidad nacional y de priorizar la salud cuando le han dado duros golpes a ésta.


El incremento del número de infectados crece cada día de manera alarmante. Desde el 29 de febrero, día en el que se anunció el primer caso de Covid-19, hasta el 27 de marzo hay 1627 casos comprobados, siendo el segundo país de Latinoamérica. El 74% de éstos están concentrados en la provincia de Guayas. Cabe recalcar que no hay pruebas suficientes y que muchas personas de los sectores populares no han podido acceder ni a una revisión médica peor a un examen. Es decir debe haber muchos más casos.


Es importante comprender que esta pandemia no es una enfermedad letal para la mayoría de la población, su índice de mortalidad es más bajo que otras que han sido enfrentadas anteriormente por la sociedad. Incluso el hecho de que ataque a la población “sobrante” para el capitalismo (personas con enfermedades crónicas, bajas en defensas o ancianos) deja abiertas una serie de interrogantes.


El sistema sanitario en el capitalismo imperialista no está preparado para enfrentar ni siquiera una pandemia de este tipo, ni en los países imperialistas y peor en los países semicoloniales. Sistemas de salud privatizados, convertidos en grandes negocios tanto en la prestación de servicios hospitalarios, como en la producción de medicamentos y tecnología médica, con un acceso limitado, restringido y poco eficiente para la población, no han podido dar abasto en medio de esta crisis. Los agoreros del capitalismo (no sólo del neoliberalismo) hoy se rasgan las vestiduras y se dan golpes en el pecho aceptando que tienen sistemas de salud poco preparados. Quienes meses atrás hablaban de recortes, e incluso habían limitado los fondos para la salud pública, hoy se la pasan hablando de la importancia ésta. Dinero para armar a la policía y al ejército para que repriman al pueblo y luego seguirles dotando de más equipamiento, sí hubo; dinero para pautas en medios de comunicación que comen de este gobierno también; al igual que para mantener a la alta burocracia parásita, que goza de una serie de privilegios, mientras perdonan cientos de millones de dólares a los grandes monopolistas.


El pueblo debe tomar todas las precauciones necesarias en este contexto, pero no puede dejar de lado su crítica y acción contra los responsables de que el país no enfrente de manera adecuada esta crisis. Que vayan a otros con el cuento de que nos unamos todos y dejemos las diferencias a un lado, este es un problema no sólo sanitario, sino económico y político.


No permitamos que traten de culpar al pueblo “por no tomar medidas adecuadas”, cuando son ellos quienes están al frente del Estado y del sistema de salud. La solidaridad entre segmentos del pueblo debe verse en esta situación. Apoyar a nuestros hermanos de clase que están en una situación apremiante a nivel económico y social es una de las tareas.


¡En el capitalismo imperialista la salud es un privilegio y un lucrativo negocio!

¡Que se brinden verdaderas garantías sanitarias y económicas para el pueblo!

¡Preparémonos para que cuando pase esto podamos enfrentar a todos quienes desmantelaron la salud, y siguen enriqueciéndose a través de la explotación de las masas populares!



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