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Movimiento Vientos del Pueblo

Octubre encendió la mecha revolucionaria que acabará definitivamente con la opresión a la mujer

"Cada nuevo objetivo de la clase trabajadora representa un paso que conduce a la humanidad hacia el reino de la libertad y la igualdad social: cada derecho que gana la mujer le acerca a la meta fijada de su emancipación total" A. Kollontai



Las mujeres han ido tomando un papel cada vez más relevante en los procesos de lucha social, hasta convertirse hoy, muchas veces, en la mayoría dentro de varias organizaciones políticas y guerrilleras que buscan un cambio radical en el mundo. Sin duda esto tiene que ver en gran medida con dos factores: el aumento de las condiciones de opresión y violencia que el capitalismo imperialista no ha resuelto sino que ha agudizado; y el desarrollo de una conciencia histórica en evolución, donde los grandes momentos de lucha de las mujeres, tanto por sus reivindicaciones, como contra el sistema, han sido decisivos para otorgarle un papel crucial en la escena política contemporánea. La revolución rusa es, sin duda alguna, uno de los acontecimientos fundamentales para las mujeres trabajadoras, pues no sólo se incorporaron una serie de derechos que hasta ahora la democracia burguesa no ha logrado solventar, sino que fueron actoras decisivas tanto en la consecución de la revolución como en su desarrollo.


La situación de la mujer en la Rusia zarista era extremadamente precaria: eran esclavas de sus maridos, no gozaban de derechos políticos y sociales, las condiciones económicas eran miserables para millones de obreras, campesinas y amas de casa, no existían servicios de salud, la mayoría de mujeres no podía estudiar, los horrores de las guerras las aquejaban constantemente; es decir se configuraba una opresión sustentada en el carácter patriarcal de la familia, el Estado, la propiedad privada y la religión. La guerra imperialista no hizo más que agudizar esta situación pues la mujer aparte del trabajo privado doméstico tuvo que incorporarse al trabajo industrial en condiciones de súper-explotación donde recibían salarios muy bajos y no tenían ninguna posibilidad de organizarse.


El 23 de febrero de 1917, 8 de marzo del calendario antiguo, las mujeres obreras de Petrogrado iniciaron un gran levantamiento que culminaría con el derrocamiento del Zar y el inicio de un gobierno provisional que tampoco cumpliría con las demandas de la mujer y los trabajadores rusos. Dicho gobierno duraría pocos meses, pues la insurrección de Octubre, organizada por el Partido Bolchevique, lograría el triunfo definitivo del proletariado y sentaría, por primera vez en la historia, la oportunidad de construir un régimen social donde las grandes mayorías construían una nueva sociedad.


Las mujeres vistas tan solo como un símbolo o musa de agitación durante las revoluciones es una perspectiva simplista y pequeño burguesa de Simone de Beauvoir. La mujer no es un elemento decorativo en una revolución, sino un sujeto activo trascendental. No existe posibilidad de transformación radical sin una incorporación decisiva de la mujer. "La experiencia de todo movimiento de liberación ha demostrado que el éxito de una revolución depende del grado de participación de la mujer"(Lenin).


La participación política de la mujer fue fundamental en la revolución rusa. La creación de los periódicos Rabonitsa y la Kommunitska, pero especialmente la creación del Zhenotzdel, Departamento de Mujeres Trabajadoras y Mujeres Campesinas del Partido Bolchevique, cumplirían un rol fundamental para tratar el problema de la mujer de manera particular en la construcción del socialismo. Las mujeres en la URSS se incorporaron también en la defensa del Estado Socialista, fueron parte de la Guerra Civil (1918-1921) y de la Guerra Antifascista que derrotaría a los alemanes, no sólo estaban insertas en el ejército, sino que había divisiones y unidades femeninas especializadas, por ejemplo: alas de combate aéreo, francotiradoras, tanquistas, soldadas y artilleras. La actividad política de la mujer iba más allá de la formalidad y las declaratorias jurídicas, sino que fue un elemento real y material.


La Revolución de Octubre parió una nueva sociedad. Una serie de derechos fueron incorporados para resolver la problemática femenina. Las nuevas leyes despojaron a los hombres de los derechos sobre esposas e hijos, aseguraron el derecho al divorcio libre tanto para hombres como para mujeres, el matrimonio ya no lo legalizaba la iglesia sino una ceremonia civil, se buscaba posteriormente abolir la figura de matrimonio, se introdujo la figura de unión de hecho, fue abolida la figura del hijo ilegítimo, se aseguró la pensión alimenticia para todos los hijos sin distinción. Las mujeres que daban a luz en hospitales no tenían que pagar nada. La URSS fue el primer país en el mundo en el que en 1918 se despenalizó el aborto y en 1920 se lo legalizó, considerando a éste un problema de salud pública. Ya no se castigaba la prostitución sino a los negociantes, posteriormente con la incorporación de la mujer en la producción sería eliminada totalmente. Se abolió el matrimonio infantil, así como la compraventa de mujeres.


La lucha contra la opresión religiosa se extendió a todos los rincones de la República de los Soviets. En la parte soviética de Asia Central, donde vivían muchos musulmanes, las organizaciones revolucionarias de mujeres alentaron a las mujeres a rechazar el velo y a desempeñar nuevos papeles económicos y sociales. En 1927 en una celebración del Día Internacional de la Mujer en Bukhara, 100,000 mujeres se quitaron el velo y lo quemaron.


El Estado creó guarderías, lavanderías y comedores comunitarios. Hacia 1920-21, 12 millones de personas comían en cafeterías comunales (más del 80% de la población de Petrogrado y 93% de la población de Moscú). Los niños comían gratis. El Estado se hizo cargo de varias tareas que habían sido designadas históricamente a las mujeres y que fomentaban un rol dependiente. Al liberar a la mujer de la carga doméstica se rompió uno de los grilletes más contundentes de la opresión.


La mujer se incorporó a la producción tanto fabril como artística y científica (hacia 1950, el 40% de científicos eran mujeres) lo que acabó con la dependencia. Al acabar con la propiedad privada, la revolución rusa puso fin al sometimiento de millones de obreras y campesinas que eran explotadas sistemáticamente por burgueses y terratenientes, y al lograr esto generó una base real sobre la que se levantarían las conquistas en cuanto a derechos y posición de la mujer en la sociedad. Las mujeres formaron parte decisivamente en las jornadas de trabajo voluntario –sábados comunistas- y crearon grupos de choque –como el grupo de las mariposas- que producían más de lo que estaba dispuesto en los planes quinquenales.


En el trabajo la mujer adquirió una serie de derechos fundamentales: igualdad salarial, posibilidad real de organización, seguridad laboral. Las mujeres madres podían tomar un receso pagado de media hora, al menos cada tres horas, para alimentar a su bebé. Para su protección, durante el embarazo y la lactancia las mujeres tenían prohibido el trabajo nocturno y las horas extras. Una de las mayores conquistas fue el programa de seguro de maternidad que otorgaba ocho semanas de licencia de maternidad plenamente remunerada, recesos para la lactancia e instalaciones de descanso en las fábricas, servicios médicos gratuitos antes y después del parto y bonos en efectivo. Una de las innovaciones más radicales que se logró en los años 20 y 30 fue el de permitir unos días de descanso para la mujer trabajadora en forma de licencia menstrual, algo nunca antes visto.


La mujer fue parte de los grandes avances artísticos, culturales, científicos y políticos. La revolución lanzó campañas para que las mujeres se incorporen a procesos de educación y capacitación permanente, y muchas de ellas fueron creadoras de programas pedagógicos, productivos y científicos.


Sin duda alguna la sociedad soviética logró grandes conquistas, una serie de derechos para la mujer que ni las democracias burguesas occidentales más avanzadas han logrado asegurar. Hoy cuando cientos de miles de mujeres siguen oprimidas y explotadas, violentadas, desaparecidas, y expuestas a la dominación del sistema capitalista-imperialista-patriarcal, surge como una necesidad insoslayable la construcción del socialismo que eche abajo las cadenas sustentadas en la propiedad privada, el estado, la familia, la cultura burguesa y la religión. Hoy más que nunca la mujer trabajadora debe juntarse a sus hermanos de clase para derribar esta sociedad y construir una nueva.

¡Que octubre arda en la memoria de las mujeres trabajadoras y encienda la mecha de la revolución proletaria junto a nuestros hermanos de clase!

¡Revolucionando la consciencia, evolucionando mediante la acción, Soplan Vientos del Pueblo para la Organización Popular!


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