La despenalización del aborto, un logro tardío
Parece natural que la lucha por legalizar el aborto sea hoy una reivindicación prioritaria para las organizaciones feministas en varios países del mundo. Sin embargo, el hecho de que durante tanto tiempo se haya penalizado a las mujeres y niñas por abortar, nos convoca a preguntar ¿cuándo se volvió una prioridad la lucha por legalizar el aborto en el mundo?
Para el movimiento feminista, no fue hace mucho. En realidad, es curioso que mientras los comunistas de la Unión Soviética legalizaban el aborto sin restricciones en 1920, los movimientos feministas de la época estaban concentrados en reivindicar el sufragio femenino, y el aborto seguía siendo una aberración según los valores burgueses de la época.
Las agendas feministas han sufrido modificaciones radicales a lo largo del tiempo, sin embargo, la característica común a todas ellas ha sido la adaptación de sus prioridades a ciertos marcos de comportamiento social regulados por las condiciones de posibilidad institucional del Estado burgués. Así, por ejemplo, la lucha feminista hoy en Ecuador llevó a cabo acciones para despenalizar el aborto en casos de violación, pero no apuntó a buscar su legalización sin restricciones porque los alcances normativos del Estado y su estructura todavía no la vuelven una lucha "factible".
Los derechos sexuales y reproductivos no fueron parte de la agenda de los movimientos feministas europeos y norteamericanos hasta bien entrada la Tercera Ola que inició hacia los años sesenta del siglo XX; y apenas hace algunos años, ha hecho parte de los movimientos feministas de los países del llamado Tercer Mundo.
¿Es factible afirmar que las mujeres fueron conscientes de sus derechos de forma tardía?, o ¿a qué se debe este lento posicionamiento de reivindicaciones en la agenda política de las mujeres?
Para la mayoría de feminismos, en tanto las luchas se mueven dentro del engranaje estatal, las conquistas deben ser progresivas y responder a las condiciones contractuales dictadas por quienes estén al mando del Estado. La lucha institucional, como los recientes pedidos que realizaron ciertas organizaciones feministas a la Corte Constitucional del Ecuador, son muestra de la dinámica operativa de estos movimientos.
El ejemplo de la Unión Soviética muestra, sin embargo, que no fue preciso que las mujeres fuesen "conquistando" progresivamente reformas dentro del Estado burgués para luego llegar a un nuevo estado de cosas favorable a sus reivindicaciones históricas. En realidad, fue prioritario que la sociedad en su conjunto se organizara para derribar por completo los marcos normativos de ese Estado burgués, y entonces dar paso a una nueva estructura compatible con sus necesidades sexuales y económicas.
Los valores burgueses han dictado en cada época lo que es posible reformar dentro del Estado, en definitiva, porque la burguesía es la clase al mando de dicho Estado. En realidad, la agenda feminista en cada época se ha movido en función de dichas lógicas estatales y normativas.
¿Por qué las mujeres comunistas no celebramos este logro?
Pese a que reconocemos la importancia de ir posibilitando, a través del debate, la modificación de ciertos cánones de ideas sostenidos a través del tiempo por rezagos machistas y patriarcales, las mujeres comunistas no celebramos el "logro" de que una Corte conceda derechos, por varios motivos:
Primero, porque es un logro tardío. Las mujeres hemos sido violadas y obligadas a parir desde hace varios siglos atrás y las lógicas patriarcales han operado sobre los cuerpos de las mujeres no solo desde que las agendas feministas lo pusieron entre sus prioridades.
Segundo, las concesiones institucionales que otorga el Estado burgués tienen algunas dimensiones operativas que deben ser analizadas. Por un lado, no debe perderse de vista que cualquier medida constitucional se hace desde el cálculo electoral o la búsqueda de legitimidad institucional.
Guillermo Lasso ganó la presidencia con un estrecho 32% de respaldo (contando todo el universo electoral). La otra parte de votos fueron logrados por una de las facciones que prometía ser progresista, y un porcentaje significativo por quienes defendimos el nulo desde distintas trincheras (de un lado, los comunistas, y de otro, los progresistas ligados al movimiento indígena). Es decir, en tanto Lasso representaba la fuerza conservadora (y mayoritariamente pro-vida), esa tendencia, desde los resultados electorales refleja no ser mayoritaria en el Ecuador actual.
El aparataje estatal debía entonces negociar ciertas concesiones que le otorgaran legitimidad en una población heterogénea para que el gobierno entrante no sufriera desestabilización desde el principio. Fue así como Guillermo Lasso aprovechó este tema para posicionarse favorablemente en la opinión pública, mostrándose como un defensor de la democracia y la laicidad del Estado.
Sin embargo, esta dinámica solo refleja el modo de conceder derechos de forma dosificada bajo el régimen burgués en función del cálculo sobre los beneficios que eso represente para quienes dirigen el Estado.
Por otro lado, sabemos que las leyes de la burguesía no tienen necesariamente una expresión material, tangible o práctica. Es decir, aunque la ley estipule ciertas directrices, el propio engranaje burocrático suele entorpecer el cumplimiento de dichas leyes.
En un primer momento, el dictamen de la Corte Constitucional sobre la despenalización del aborto en casos de violación requiere, para ser efectiva, que la Asamblea electa modifique el Código Penal vigente, y entonces, la aplicación de la ley dependerá, en cada caso, de la intervención de los propios agentes del Estado para comprobar mediante procedimientos agresivos y revictimizantes que cada niña efectivamente fue violada para no enviarla a la cárcel en caso de abortar.
Es decir, las niñas de escasos recursos que no dispongan de los elementos para defenderse legalmente, de todos modos, no serían amparadas por la nueva ley en caso de abortar, ya que esto es, en última instancia, lo que ha ocurrido con todo el marco legal burgués y su operatividad siempre ligada a una cuestión de clase. Es así como las reformas del Estado capitalista no representan garantías reales ni reivindicaciones históricas para quienes provenimos de los sectores populares. La distinción entre lo formal y lo real es algo que debe ser tomado muy en cuenta, pues el marco burgués puede admitir ciertos derechos, pero que estos se lleven a la práctica, especialmente para mujeres de los sectores populares, es algo totalmente diferente.
Por último, las mujeres comunistas reivindicamos la abolición absoluta de todas las leyes que prohíben el aborto; la necesidad de una verdadera libertad para la propaganda médica y la protección de los derechos elementales de los hombres y mujeres. Exigimos que este tipo de operaciones se practiquen libremente y sin cargo alguno en los hospitales donde las condiciones necesarias para la operación estén aseguradas; sin embargo, no celebramos como un logro la concesión de derechos incompletos porque nosotras aspiramos a la transformación completa de la sociedad, y no a las migajas que nos otorgue un grupo de representantes de la clase que nos explota diariamente y de cuyas leyes resultan favorecidos solo ellos y sus aliados.
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