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Análisis marxista del desempleo como elemento básico de la explotación capitalista


¿De dónde nace el desempleo? ¿Es algo “natural” e inherente a la sociedad?

Desde los orígenes del sistema capitalista, la naciente burguesía se valió de las tácticas más sangrientas para crear un mercado de trabajo acorde a sus intereses. Como explica Marx, surgió entonces la necesidad de generar obreros “libres” en dos sentidos: primero, libres porque no le pertenecen a otra persona, como en la esclavitud o en el feudalismo; y segundo, libres en el sentido de estar despojados por completo de los medios de producción, contando únicamente con su fuerza de trabajo para poder subsistir.


Este grupo de obreros libres se contrastaba con otro grupo de personas –los burgueses- quienes acaparaban para sí todos los medios necesarios para producir, se habían liberado del trabajo, y se aseguraban la mayor porción de riqueza social.

Pese a que han existido esfuerzos recurrentes por parte de la burguesía y la intelectualidad reaccionaria para justificar la existencia “natural” de este mercado flotante de trabajo, la historia habla por sí sola. La burguesía naciente implantó mediante la fuerza estas condiciones, valiéndose tanto de las leyes, como de la represión, para así poder quebrar a pequeños artesanos e industriales, así como también expropiar a los campesinos de sus tierras, esto con el fin de obligarlos a migrar a las grandes ciudades y convertirlos en la fuerza laboral que las nacientes industrias requerían.


Las condiciones de explotación eran inhumanas. Turnos de trabajo de 16 horas o más eran el pan de cada día. El ritmo de trabajo era tal que a los 30 años se consideraba que un obrero ya estaba totalmente desgastado, y el salario que recibía era claramente insuficiente para satisfacer sus necesidades y las de su familia. Los obreros de los países capitalistas eran los peor alimentados, incluso peor que los presidiarios, al punto de que consumían el alimento mínimo necesario para sobrevivir, acarreando una serie de problemas de salud desde muy jóvenes.


Con las grandes migraciones de campesinos hacia las ciudades se alimentaba de fuerza de trabajo a la sanguinaria industria capitalista; sin embargo, no todos lograban insertarse en ella, al punto de que existía siempre y en todo momento una capa de obreros desempleados, lo que Marx denominaba “superpoblación relativa o ejército industrial de reserva”. Este recurso era vital para la burguesía, pues necesitaba tener siempre dispuesta a una porción de obreros que quiera someterse a las condiciones inhumanas de trabajo que les imponían, pues lo único peor que ser parte de la fuerza laboral del capitalismo naciente, era no serlo, no solo por la imposibilidad de obtener un salario (por bajo que este sea) para comprar comida y procurar la vida, sino también porque existían leyes en contra de los desempleados y los vagabundos, para atacar directamente a aquellos obreros “libres” que no podían someterse a la disciplina y sumisión que requerían los capitalistas.


A medida que el sistema capitalista se fue asentando, este hecho se normalizó a través de la tradición, las costumbres, y la cultura impuesta por la superestructura capitalista, para que finalmente los trabajadores se sometan a las leyes de producción de este régimen, como si de algo natural se tratara.


¿Por qué el capitalismo provoca desempleo? ¿Por qué no puede procurar que todos quienes buscamos trabajar podamos hacerlo?

En esta sección se dará una visión general sobre las escuelas económicas burguesas más populares: neoclásicos y keynesianos. Esto nos permitirá puntualizar la crítica realizada por Marx al sistema capitalista y su teoría sobre el empleo.


Según la perspectiva ortodoxa, se asume la competencia perfecta, esto implica que el pleno empleo se alcanzará por las leyes de oferta y demanda. Se infiere que si existiera desempleo, los salarios tenderían a bajar, dado que existiría un número de trabajadores dispuestos a incorporarse en el mercado (en peores condiciones, pues lo prefieren a estar sin sustento), por lo que las empresas tenderían a contratar más obreros (pues les cuesta menos que antes contratarlos), generando una situación de “pleno empleo”. Desde esa perspectiva se sostiene que no es posible que exista desempleo de forma involuntaria, siempre que el mercado funcione con “plena libertad” y “sin trabas regulatorias”. Esta supuesta regulación del mercado es refutada por Marx, en tanto solo explica el movimiento general de los trabajadores desde un sector a otro, y no en términos generales al descenso del desempleo. Explica Marx: “El economista cree ver aquí “cómo y por qué”, al subir los salarios, crece en términos absolutos el censo de obreros, y al crecer en términos absolutos el censo de obreros bajan los salarios, pero lo que él ve no son, en realidad, más que las oscilaciones locales del mercado de trabajo de una determinada órbita de producción, los fenómenos de distribución de la población obrera entre las distintas esferas de inversión del capital, a tono con sus necesidades variables.”


Además, los defensores de esta teoría consideran que la regulación excesiva del mercado de trabajo supone un entorpecimiento insalvable para su correcto funcionamiento. Así, si los salarios pudieran subir y bajar libremente, sin convenios ni regulaciones, o si no existiesen trabas a la contratación y libre despido, entre otras medidas liberalizadoras, el desempleo no existiría. Apuntan directamente a los sindicatos y a los gobiernos como los causantes del desempleo, al imponer a los empresarios condicionantes como el salario mínimo, que impiden el ajuste correcto de la oferta y la demanda.


A través del análisis histórico del inicio del capitalismo podemos observar cómo la clase burguesa naciente siempre se valió de los mecanismos estatales para imponer las condiciones que necesitaban para generar un mercado de trabajo acorde a sus intereses, imponiendo así incluso la existencia del desempleo, algo que dista mucho de lo que sus economistas afirman. “La burguesía, que va ascendiendo, pero que aún no ha triunfado del todo, necesita y emplea todavía el poder del estado para “regular” los salarios, es decir, para sujetarlos dentro de los límites que convienen a los fabricantes de plusvalía, y para alargar la jornada de trabajo y mantener al mismo obrero en el grado normal de subordinación” (Marx, El Capital T1). En ese sentido, se muestra como los economistas burgueses acusan a la organización de los obreros por pelear mejores condiciones de vida, como aquello que impide un correcto funcionamiento de la economía, al punto de que fueron el sustento teórico para dictar leyes anticoalicionistas para evitar las organizaciones obreras. Así, apuntalan al deseo de vivir dignamente, antes que a la codicia propia de los capitalistas que buscan acumular sin medida, cuando pretenden dar una explicación a la existencia del desempleo.


Estas concepciones siguen vigentes y arraigadas en la academia burguesa, y por siglos han ido introduciendo mecanismos y técnicas que les permitan “comprobar” de forma parcial y falseada sus teorías, mientras la historia demuestra que la supuesta autorregulación del mercado no existe, pues, es una regulación del Estado en favor de los capitalistas.


Antes de profundizar en el mecanismo mediante el cual el capitalismo produce a su vez desempleo, hablaremos del keynesianismo y su debilidad para enfocarse en el problema principal. Keynes analiza el problema del desempleo por fuera del mismo mercado de trabajo, se enfoca en la insuficiencia de la demanda las empresas, pues esto implica que deben producir menos y por ello contratan menos trabajadores, lo que produce desempleo. La teoría keynesiana propone que las empresas generarán más empleo a medida que los empresarios puedan invertir más y para ello el estado debe intervenir para aumentar las expectativas de los empresarios, con tasas de interés más bajas que aumenten la inversión; es decir, se puedan endeudar o mediante impuestos que regulen la actividad económica en el mercado de bienes y servicios, aumentando la demanda de bienes en la economía.


Mientras los unos culpan a la necesidad de los obreros de tener mejores condiciones de vida y los otros culpan a la falta de consumo en la economía, nadie apunta al germen del problema, ni se realiza la pregunta más básica en esta cuestión. ¿Cómo se relaciona la necesidad de acumulación capitalista con el desempleo? Las respuestas siempre se buscan en donde sea, menos en los intereses de la burguesía, excepto, cuando del análisis marxista se trata.


Explicación marxista del desempleo

El capitalismo genera lo que Marx denomina “ejército industrial de reserva”, lo cual hace referencia a la porción de obreros desempleados. Este grupo de trabajadores que no han podido encontrar un empleo, constituyen un “material humano” dispuesto siempre a ser explotado, en medida que la industria así lo requiera, sin que esto dependa del crecimiento real y normal de la población, debido a que ello constituiría una limitación para el crecimiento abrumador de la acumulación de capital.


En el capitalismo la oferta de trabajo (personas que buscan trabajo) crece más rápidamente que la demanda de trabajadores (empleo en las industrias), pues la burguesía se beneficia de este mecanismo, en tanto que, al aumentar el desempleo, se obliga a los trabajadores a aumentar su ritmo de trabajo, mantener los salarios al mínimo y a someterse aún más a las imposiciones inhumanas del capitalista. La existencia de una porción de la población que esté condenado al desempleo forzosamente (porque ellos buscan empleo y necesitan trabajar, pero son forzosamente alejados de su posibilidad de trabajar), impone un exceso de trabajo en la población que sí tiene empleo, y esto se convierte en la fuente de riqueza del capitalista, es decir mayor extracción de plusvalor.


Cuando la acumulación de capital hace que aumente, en una industria o sector, la demanda de trabajo de las empresas, aumenta también, en otro sector o industria, la oferta de obreros, pues estos son “liberados” constantemente por la nueva incorporación de maquinaria o avances tecnológicos que permitan acumular más ganancias al capitalista. Este mecanismo, por tanto, cuida de que el incremento absoluto del capital no vaya acompañado por una demanda general de trabajo, es decir, se cuida de que el desempleo no peligre de extinguirse.

En términos de salarios, los mecanismos explicados por la economía burguesa quedan extremadamente limitados, e incluso, solo explican el movimiento de obreros de un área de la producción a otra, mas no, el problema real del desempleo en términos totales. El aumento o disminución de los salarios se regula por la expansión o contracción del ejército industrial de reserva (por toda esa población desempleada y expulsada forzosamente de sus trabajos), y se basa en la proporción entre los que sí se encuentran empleados (o activos) y aquellos que siguen a la espera de emplearse, gracias a esto, las oscilaciones en los salarios se mantienen en un margen siempre conveniente para el capitalista. A mayor número de personas desempleadas disminuirán los salarios generales, como se ha podido observar, las leyes no tienen peso en ese sentido, en periodos de crisis, los capitalistas contratan a quienes estén dispuestos a ser explotados de forma más voraz, y despedirán a aquellos que opongan la más mínima resistencia.


¿Por qué el aumento de la productividad y el avance tecnológico no generan un menor desgaste de los trabajadores, y, por tanto, un verdadero beneficio social como sería lógico?

Los progresos en la productividad, según lo cual es posible que se pongan en marcha una mayor cantidad de medios de producción con un desgaste menor de fuerza humana, en realidad es una ley que, dentro del régimen capitalista no puede cumplirse, y se ve trastornada por la necesidad de acumulación de la clase dominante. Esto debido a que no son los obreros los que emplean a los instrumentos de trabajo, esta productividad se dirige a propiciar una mayor acumulación del capital, generando un efecto contrario al beneficio esperado del aumento de la tecnología en las herramientas que permiten producir, provocando incluso que exista una mayor proporción de desempleo en términos totales del sistema.


Es así como, la necesidad de la acumulación del capital de este sistema produce constantemente el desempleo que necesita para funcionar, y tampoco permite que la humanidad en su conjunto se beneficie del progreso tecnológico que en términos productivos se ha logrado. Esta contradicción deja en descubierto lo obsoleto que resulta este sistema, y la necesidad imperiosa de derrocarlo.


Reflexiones finales

El desempleo es una condición fundamental para el sistema capitalista imperialista. Más aún en países semicoloniales como el nuestro, donde no existe casi industria, y la fuerza laboral no encuentra oportunidades para insertarse al mercado de trabajo. Esto además sirve siempre como forma de explotación de los obreros activos, quienes son constantemente amenazados con ser reemplazados. El régimen burgués no puede garantizar a la gran mayoría de la población ni siquiera el trabajo.


Es menester que los trabajadores comprendan que a medida que trabajan más, producen más riqueza para los burgueses; que la competencia que se entabla entre ellos mismos para mantener un empleo precariza aún más sus condiciones, pues genera una mayor posibilidad de aumento del desempleo, lo que presiona a la baja sus propios salarios. Los obreros deben estrechar lazos con aquellos obreros que han sido forzosamente expulsados al mar del desempleo para romper con ese mecanismo mediante el cual el sistema procura el mayor beneficio para los capitalistas. Esta alianza es clave y los comunistas deben prestar cada vez más atención a las formas de organización y lucha de los obreros parados. En tanto los obreros entiendan esto podrán afinar sus mecanismos de lucha contra los capitalistas, generando un movimiento obrero general consciente, robusto y políticamente claro, que les permita visibilizar la verdadera razón por la cual pelean: el entierro definitivo del sistema capitalista.


¡Hoy más que nunca, trabajadores del mundo (empleados y desempleados) uníos, por la estocada final al sistema capitalista imperialista en decadencia, forjemos la construcción de una nueva sociedad!


Referencias

- El Capital Tomo I, por Karl Marx. Capítulos 22-24.

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