La realidad de la florícolas en Pichincha
En Ecuador la producción florícola tuvo su origen a finales de los años 70, mientras que la exportación inició a partir de los 80´en Cayambe y Tabacundo, esto a través de cuantioso capital extranjero de empresas familiares de inmigrantes. Con la falsa reforma agraria de los años 70, los huasipungueros recibieron extensiones de tierra de 20 hectáreas, que sin capacidad de producirlas se vieron obligados a venderlas a las nacientes florícolas, con lo cual «ganaban dinero y a la vez encontraban trabajo» (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), 2012). En los 90´s la actividad se extendió a Imbabura, Azuay, Tungurahua, Cañar, Carchi, Chimborazo, Guayas, El Oro y Los Ríos, período en que la superficie cultivada creció en un 70% y el número de empresas se multiplicó por diez. Es así como la agricultura de subsistencia de los pequeños campesinos orientada al mercado interno fue reemplazada en algunas zonas por el monocultivo de flores, que actualmente cubre casi toda la parroquia de Tabacundo. Esta actividad creció rápidamente debido a las condiciones climáticas favorables, y a una gran cantidad de mano de obra “poco calificada” y de bajo costo, lo que permitió el ingreso competitivo de las flores ecuatorianas al mercado internacional (FAO,2012). Todos estos factores propiciaron que desde 1985 al 2011, la industria florícola crezca de medio millón a 678 millones de dólares en ventas (Lyall, 2013).
Con el pasar de los años los ingresos siguieron en aumento. Según datos del 2019 el negocio florícola representa más de 879.8 millones de dólares en exportaciones. El principal país consumidor de flores ecuatorianas es Estados Unidos (397.1 millones) con un 45% de la demanda; le siguen Rusia con el 14.5% y Holanda con el 8.6%. El resto de la demanda lo cubren Italia, España, Canadá, Ucrania, entre otros (Banco Central del Ecuador, 2019).
Iniciando el siglo XXI la floricultura en Ecuador empleaba alrededor de 200 mil personas (46% mujeres). En el 2012 este número se redujo a 140 mil personas (41% mujeres). En el año 2016 proporcionaba unos 105.000 empleos (51% son mujeres). Actualmente la industria florícola genera casi 100 mil empleos directos e indirectos, aún con un contingente importante de mano de obra femenina (Coffey, 2016; FAO, 2012; Primicias, 2020). Llama la atención que en dos décadas se ha reducido a la mitad la mano de obra, mientras que los ingresos en millones de dólares han ido en aumento, con formas de precarización laboral en las que las personas son desechadas fácilmente y el capital continúa acumulándose de un sector burgués exportador local e internacional. Este hecho se sostiene porque las florícolas han encontrado formas de explotación indirecta, pues varios campesinos por la ruina de su economía agraria han dejado de producir alimentos y se han orientado a la producción de flores que son compradas por las grandes empresas sin necesidad de reconocerles ningún derecho.
En la actualidad existen más de 300 empresas florícolas de diversos tamaños. Sólo el 20% de las empresas se dedica a producción y exportación; el 10% solamente a exportación. La producción de las pequeñas empresas está ligada muchas veces a las grandes exportadoras (FAO, 2012).
La empresa florícola con más ganancias en el país es HILSEA INVESTMENTS LIMITED, que emplea a más de 5 mil personas. En el 2018 tuvo ingresos de más de 43.4 millones de dólares y activos de más de 37 millones. La segunda empresa es FALCONFARMS DE ECUADOR S.A. con ingresos de más de 35.7 millones de dólares y activos de casi el mismo valor. Estas dos primeras empresas poseen cultivos tanto en Ecuador como en Colombia. La tercera florícola más grande es ROSAPRIMA CIA. LTDA., cuenta con cerca de 1200 empleados, sus ingresos fueron de 28.2 millones y activos de 28.8. Otras empresas importantes son: FLORICOLA SAN ISIDRO LABRADOR FLORSANI CIA. LTDA., DENMAR S.A. Y FLORES EQUINOCCIALES S.A. FLOREQUISA (Clúster Flor, 2018; Revista Ekos, 2018).
Antes del año 2000 los derechos laborales en este sector económico prácticamente no existían, tal es así que los jornaleros no contaban con las medidas de bioseguridad mínimas; existían una serie de denuncias sobre la contratación de mano de obra infantil; el sueldo de muchos trabajadores era menor al salario mínimo; no existía ningún tipo de seguridad social; y tampoco había ningún control en el uso de plaguicidas (Coffey, 2016; Lyall, 2013). Empezando el siglo XXI las florícolas se vieron en la necesidad de acreditarse con certificaciones internacionales para así ser más competitivas, lo que significó ciertas mejoras mínimas y parciales en el ámbito laboral. Todo esto no implica que las condiciones laborales hoy en día son las mejores, ya que se siguen vulnerando muchos derechos, tal es así que más del 40% de trabajadores ignoran si tienen o no un contrato por escrito (Coffey, 2016).
Es así como un estudio de la Federación Nacional de Campesinos Libres del Ecuador (FENACLE) calculó un índice de incumplimiento del 60% en los cantones de Cayambe y Pedro Moncayo con respecto al derecho de sindicalización, afiliación al IESS y salario mínimo. Varias empresas utilizan la modalidad de contratos temporales para las épocas con mayor demanda (febrero, mayo, noviembre), estos se hallan sujetos al rendimiento de trabajador, no contienen generalmente los beneficios establecidos por la ley, y si bien los contratos pueden incluir afiliación al IESS, las gestiones suelen tomar tanto tiempo que el contrato finaliza sin que se haya concretado el trámite. A los trabajadores les aplican descuentos permanentemente, no les remuneran las horas extras, y si presentan resistencia al trabajo extendido pueden sufrir despidos sin derecho a liquidación, incluso reciben remuneraciones hasta 30 % menores que las de las trabajadoras estables (FAO, 2012). Todos estos factores inciden en las posibilidades de organización sindical a las que pueden apelar los trabajadores de este sector.
Según el Censo del 2010, el 77% de los trabajadores de las zonas rurales agrícolas de Cayambe y Pedro Moncayo muestran niveles elevados de pobreza por necesidades básicas insatisfechas. Es por ello que muchos de los trabajadores tienen pequeños negocios aparte, o pequeñas parcelas de tierra para producir aves o alimentos a pequeña escala, sin embargo no cuentan con acceso a agua de riego y tierra, acceso directo a mercados, tecnificación y predictibilidad climática (Lyall, 2013). Varios estudiosos del tema señalan que si los montos de “premios” que propician ciertas florícolas hubieran sido distribuidos equitativamente entre todos los trabajadores durante los últimos cinco años, habrían aumentado los salarios de cada trabajador en un 20%, 25% y 90%, según las ventas.
Los trabajadores de diversas florícolas admiten que es común exceder el límite de horas extras en los días previos a San Valentín, además de que en varias ocasiones por la poscosecha laboran hasta la medianoche. El nivel de sindicalización de los trabajadores de florícolas en muy bajo debido a que los dueños suelen amenazar o despedir a los empleados en el momento que se ve que están formando un sindicato. Además, los contratos pueden especificar 40 horas por semana durante cinco días, pero en la práctica las empresas imponen modalidades de trabajo a destajo con tareas que muchas veces no se pueden cumplir dentro de los días laborables. La presencia de los trabajadores los sábados es generalizado, días que no reciben el pago de hora extraordinaria. En muchos casos ni siquiera reciben las utilidades correspondientes. En este sentido la industria se ha caracterizado por abusos laborales, uso excesivo de agroquímicos tóxicos, daño a la naturaleza, represión contra trabajadores que pretenden organizarse, desintegración de organizaciones comunitarias por el desplazamiento de trabajadores, concentración de tierras y agua de riego, incremento del precio de la tierra y la continuidad de la pobreza rural (Coffey, 2016; Lyall, 2013).
Con el pretexto de la crisis sanitaria por el COVID-19, hay más de 2500 trabajadores en Tabacundo que han sido despedidos intempestivamente. Un representante de los trabajadores de las florícolas del sector precisó que dentro de los despedidos constan quienes estaban cerca de jubilarse, personas de la tercera edad o en estado de gestación, o con capacidades especiales (Diario El Norte, 2020). Entre las empresas que más despidos provocaron están HILSEA INVESTMENTS LIMITED, AGROFLORA S.A. y ARBUSTRA CíA. LTDA.
Estas empresas utilizaron la argucia jurídica de caso fortuito o fuerza mayor, presente en el artículo 169, literal 6 del Código de Trabajo. Esto no fue más que una trampa pues varias de las empresas continúan produciendo, además que dicho artículo no era aplicable. Según los empresarios el sector se encuentra en una situación crítica pues las exportaciones se redujeron en un 95% en marzo y las operaciones alcanzan apenas el 11 % de su capacidad (Diario El Comercio, 2020). Las alternativas que plantean, además de los despidos, es fusionarse entre ellas, esto permitiría que las firmas eventualmente puedan hacerse cargo de una producción específica (Diario Expreso, 2020). Estas excusas han sido utilizadas anteriormente por las grandes florícolas para acabar sindicatos, no pagar utilidades o indemnizaciones a los trabajadores, evadir impuestos, etc. Son conocidos muchos casos donde simplemente han modificado la razón social de la empresa mientras su capital continúa en manos de los mismos empresarios.
Las flores son el tercer producto no tradicional de exportación del país después del camarón y el banano (Diario El Telégrafo, 2020). Esto sólo confirma el carácter semicolonial del Ecuador con una economía primarizada, tendiente al monocultivo, basada en la agro-exportación, que se encuentra determinada por las necesidades del mercado internacional y las potencias imperialistas. Miles de hectáreas desaprovechadas para producir mercancías inútiles, dejando de lado la alimentación de la población. A esto se suman las formas de explotación que sufren directamente los trabajadores de las florícolas, e indirectamente miles de campesinos y jornaleros, con una industria que contamina y concentra la tierra en varias zonas de Pichincha. Hay una tarea fundamental que tiene que ver con la organización de los trabajadores de las florícolas para que puedan hacer frente a todas las formas de explotación de la que son sujetos.
Referencias Bibliográficas
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Marzo de 2020 afectó el desempeño del primer trimestre. (2020). Diario El Comercio.Recuperado el 25 de abril de 2020 dehttps://www.elcomercio.com/actualidad/desempeno-trimestre-empresas-covid19.html
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Sector florícola pierde $1,5 millones a diario por la crisis sanitaria. (2020). Diario El Telégrafo. Recuperado el 25 de abril de 2020 dehttps://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/columnistas/15/negacionismo?fbclid=IwAR3-KD9WpypkhCOpEr99nUpfy09R0zb7teRRGl5G0Kq3cKjja9a42ORQogE
Top 10 de las empresas florícolas más grandes de Ecuador. (2018). Clúster Flor. Recuperado el 25 de abril de 2020 dehttp://flor.ebizor.com/top-10-de-las-empresas-floricolas-mas-grandes-de-ecuador/
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