VIGENCIA DE LA TEORÍA DEL IMPERIALISMO
La teoría del imperialismo constituye un factor esencial para comprender la dinámica de la sociedad contemporánea. Han existido muchas tergiversaciones y manoseo sobre ésta, desde reducciones simplistas y vulgarizantes que la sitúan únicamente como concepto político, hasta quienes plantean que está desactualizada y que existen teorías más actuales como las de la dependencia, globalización o sistema-mundo. En este artículo pretendemos sustentar la actualidad de la teoría del imperialismo planteada por Lenin y cómo las características y contradicciones planteadas por éste se cumplen cabalmente en la actualidad.
¿Cuáles son las diferentes interpretaciones sobre el imperialismo?
Existen varias corrientes políticas e ideológicas que pretenden negar la teoría del imperialismo desarrollada por Lenin, algunas disfrazadas como marxistas o de izquierda y otras abiertamente liberales, entre las que podemos destacar:
Quienes manifiestan que las potencias mundiales y las grandes corporaciones han llegado a un pacto común en la repartición de los mercados y las colonias o semi-colonias. Que la pugna entre estos países ha cesado y que prima un acuerdo general. Son derivaciones de los planteamientos sostenidos por Karl Kautsky a inicios del siglo XX quien sostenía conceptos como ultraimperialismo. Es una concepción mecánica que desconoce la competencia latente y constante entre los monopolios y los Estados que los representan.
Los teóricos de la dependencia que han ejercido notoria influencia en la academia y los “movimientos sociales”. Ellos sostienen que el imperialismo no es una etapa, ni siquiera la más alta del desarrollo capitalista, sino que es inherente a éste desde sus inicios. No parten de la lógica marxista, de las categorías del materialismo histórico para comprender las especificidades que permiten tipificar a una formación social, sino de una sesgada concepción que ubica al imperialismo como una política implementada en uno u otro momento histórico. Por ello es permanente la confusión que generan y en la que caen muchos de sus seguidores cuando apoyan a uno u otro gobierno que no consideran imperialista o pro-imperialista como ocurrió cuando ganó la presidencia de Estados Unidos, Barack Obama; o con los presidentes de la corriente denominada socialismo del siglo XXI. Herencia de estos planteamientos constituyen las corrientes que hablan de las relaciones entre centro y periferia, o norte-sur, sin situar realmente que la opresión se ejerce desde un puñado de países que articulan formas de sometimiento económico, político e ideológico.
Teorías postmodernas como por ejemplo las planteadas por Toni Negri quien afirma que el imperialismo, gracias a la globalización de los intercambios económicos y culturales, ha sido sustituido por un Imperio sin domicilio conocido, descentrado y desterritorializado. Que el mundo está dominado por una gran corporación sin patria definida. Esto niega que los monopolios tiene patria, que los Estados de esos países defienden sus intereses, que van desde alentar políticas comerciales (TLC´s por ejemplo) hasta las agresiones de tipo militar (invasión a Irak, Afganistán).
La corriente que considera que el imperialismo es sinónimo de yanquismo. Que identifica como opresor únicamente a una potencia imperialista, especialmente la que le explota directamente. Esto fue un caso generalizado por ejemplo en Latinoamérica desde los años sesenta, cuando se identificaba como enemigo sólo a los Estados Unidos. Este es un serio error que puede generar beneplácito y aceptación de la hegemonía que ejercen otras potencias extranjeras. Por ejemplo lo que ocurre actualmente en Ecuador donde no existe una oposición mayoritaria ante el TLC que se va a firmar con la Unión Europea, o donde no se vislumbra con claridad cómo nuestro país está siendo condicionado financiera y productivamente por China.
Algunos de estos puntos se condensan en una visión estrecha que entiende al imperialismo como una política y no como una fase económica del capitalismo. Al considerarlo una política depende quién esté en el gobierno para ver si implementa o no una lógica imperialista desde su administración. Entonces para algunos George Bush era un imperialista y Barack Obama no, desconociendo que los dos gobiernos sirven a una misma estructura estatal que representa los intereses de los monopolios de ese país, que gobiernen de una manera más o menos violenta es otra cosa, continúan sirviendo a los intereses de la clase dominante en su conjunto.
Las teorías de la globalización donde supuestamente se diluyen las fronteras y se sostiene que existe un sistema mundial único integrado. De aquí parten algunos planteamientos que manifiestan que para contraponernos a la globalización del capital, hay que globalizar las resistencias. El problema en aceptar ello radica en que se desconozca la necesidad de luchar por la revolución en cada país y construir los elementos organizativos para ello, provocando manifestaciones globales contra el sistema, que encuentran su raíz en las protestas de Seattle de 1999 y hoy se materializan en los movimientos como Ocuppy Wall Street o Los Indignados, donde se establece una crítica moral al sistema pero infectiva desde el plano político.
Existen otras posiciones que, partiendo de las teorías del desarrollo y el sub-desarrollo, ubican como problema central para el avance de las economías no industrializadas, el hecho de no adoptar pautas y políticas económicas “civilizadas”, según ellos el problema es la ineficiente gestión del Estado por parte de algunos gobiernos. La revolución ciudadana acoge este planteamiento tratando de negar la dominación imperialista y ubicando el problema como algo estrictamente administrativo.
El desarrollo de la teoría del imperialismo
Después de haber analizado estos factores es clave comprender cómo plantea el marxismo el tema de imperialismo. Para ello es necesario ubicarnos históricamente en el contexto en el que se desarrolló esta teoría. Los grandes cambios experimentados por el sistema capitalista llevaron a algunos teóricos a indagar sobre ello, entre los principales aportes previos podemos destacar:
Rudolf Hilferding con El Capital Financiero en 1910, donde el autor manifiesta el predominio del capital financiero en esta nueva etapa, su estrecha relación con el surgimiento de monopolios en las diversas ramas y su tendencia a las conquistas coloniales.
Rosa Luxemburgo con La Acumulación del Capital en 1913, donde ella planteaba que para el capitalismo moderno era “una cuestión vital la apropiación violenta de los medios de producción más importantes de los países coloniales y sus trabajadores”
Bujarin que esboza algunas características claves en El Imperialismo y la Economía Mundial en 1915
Pero es Lenin, en 1916 con su libro: Imperialismo Fase Superior del Capitalismo, quien estructura una teoría sólida sobre el momento al que había llegado el sistema capitalista. Si bien Marx había analizado el sistema capitalista en la etapa de libre concurrencia y había problematizado en el Capital sobre la concentración y centralización de capital como condiciones base para el monopolismo, no vivió la época del imperialismo, que empieza a desarrollarse desde 1873 hasta alcanzar su auge a finales del siglo XIX e inicios del siglo XX.
Si fuera necesario dar una definición lo más breve posible del imperialismo, debería decirse que el imperialismo es la fase monopolista del capitalismo. Una definición tal comprendería lo principal, pues, por una parte, el capital financiero es el capital bancario de algunos grandes bancos monopolistas fundido con el capital de los grupos monopolistas de industriales y, por otra, el reparto del mundo es el tránsito de la política colonial, que se expande sin obstáculos en las regiones todavía no apropiadas por ninguna potencia capitalista, a la política colonial de dominación monopolista de los territorios del globo, enteramente repartido [1].
Es decir manifiesta que el imperialismo es una fase particular del capitalismo, cuando este ha llegado a un grado de desarrollo donde la libre competencia es sustituida por el monopolismo. Ello no constituye un fenómeno distinto sino es la continuación de las propiedades fundamentales de dicho sistema.
Establecería tres contradicciones fundamentales del imperialismo:
Contradicción capital-trabajo que es la base del sistema capitalista, la lucha de la burguesía por una extracción mayor de plusvalía a los trabajadores teniendo como base la propiedad privada de los medios de producción para asegurar su explotación.
Contradicción entre países imperialistas donde los diferentes monopolios se disputan entre sí los mercados y las esferas de influencia (colonias o semi-colonias) a través de la diplomacia, la economía o la guerra.
Contradicción entre países oprimidos y opresores donde las potencias imperialistas configuran una relación de dominación económica, política e ideológica sobre los países que controlan, agudizando la lucha entre unos y otros.
El imperialismo tienes cinco características básicas que lo configuran como tal: el monopolismo, la formación del capital y oligarquía financiera, la exportación de capitales, el reparto del mundo entre las asociaciones monopolistas y el reparto territorial del mundo. Comprender si estas características continúan vigentes y son la forma más precisa para comprender la dinámica actual del sistema es básico para poder realizar análisis certeros y trazar una política adecuada para la revolución.
1. Características del capitalismo imperialista
a) El paso del capitalismo de libre concurrencia al capitalismo monopolista
La libre concurrencia engendra la concentración de la producción y esta conduce inevitablemente al monopolio. En la época de libre concurrencia los diferentes capitalistas competían entre sí en igualdad de condiciones. El desarrollo científico y técnico provocó que sólo algunos capitalistas puedan beneficiarse de ello, tecnificando sus empresas y reduciendo los costos de producción, lo que les dio una gran ventaja sobre el resto que terminó quebrando o siendo absorbido por los sectores de la burguesía más sólidos.
Esta concentración de la producción se mantiene en la actualidad de una manera mucho más profunda y estructural. La concentración no anula la competencia, ésta sigue existiendo, pero bajo los parámetros impuestos por los monopolios que son quienes rigen cada elemento de la economía global. El monopolismo implica la concentración de capital, de medios de producción, de redes de investigación, de comercialización, pero además de empresas, sectores productivos y cadenas industriales. En esta etapa del capitalismo se vive la dictadura de las grandes corporaciones y grupos monopólicos o consorcios capitalistas. Hoy existe una apropiación casi absoluta de toda innovación por parte de estos sectores. Según un grupo de científicos del Instituto Federal Suizo de Tecnología de Zurich, perteneciente a la Universidad de Zurich, y difundido por New Scientist, un grupo de 147 corporaciones controlan la economía global. Ellos realizaron un muestreo tomando en cuenta más de 43 mil empresas transnacionales, encontrando que 1.318 corporaciones constituyen una red que en la práctica es manejada por esas 147 corporaciones, es decir menos del 1% del total. En la punta del iceberg tejido por los científicos se encontraron los principales bancos del mundo: Barclays, JP Morgan, Bank of America, UBS, AXA, Goldman Sachs y Deutsche Bank [2].
En el listado Global 2000 de la revista Forbes, que realiza un ranking de las dos mil empresas más grandes y poderosas del mundo, 564 resultan ser estadounidenses, 225 japonesas, 207 chinas, y 506 europeas. De las diez empresas más grandes cinco son de China y cinco de Estados Unidos. Quien encabeza la lista es el Banco Industrial y Comercial de China, el mayor tanto en volumen de activos como en capitalización de mercado (215,600 millones de dólares). Estos datos demuestran que las corporaciones que manejan la economía global pertenecen a los países imperialistas y que están ubicadas especialmente en los sectores financiero, petrolero, tecnológico y producción de automotores.
Revisando las exportaciones por continente lo que más exporta Latinoamérica es petróleo, cobre, gas natural y alimentos –especialmente soya y ganado vacuno-. América Central: banano, café, ropa y calzado. África exporta especialmente petróleo crudo, diamantes, minerales, gas natural, algodón y alimentos. El producto estrella de Oriente Medio es el petróleo al que se dedican la mayoría de países de esta región, y en menores cantidades gas, oro, aluminio y opio. Asia exporta especialmente cobre, piedras preciosas, ropa, productos madereros, con la excepción de China que lo que más exporta es componentes electrónicos y maquinaria. Esto marca claramente qué es lo que producen las economías semicoloniales.
En el caso de la Unión Europea lo que exporta a otros países del mundo es especialmente maquinaria, equipos de transporte, vehículos a motor, productos de ingeniería, petróleo y derivados del petróleo, equipos electrónicos y ópticos. Mientras América del Norte exporta especialmente bienes de producción (aviones, componentes para vehículos, ordenadores, equipos de telecomunicaciones), tecnología y vehículos a motor.
El imperialismo ha provocado una división internacional del trabajo cada vez más intensa. Los monopolios se reparten no sólo el mercado sino la producción, concentrando los sectores fundamentales en sus países, provocando que sus semi-colonias sean proveedores de materia prima o alimentos. La producción de tecnología, los procesos de investigación, la producción de bienes de capital, maquinaria o industria pesada, está manejada por un puñado de países, lo que les permite condicionar a los otros asegurándose márgenes de rentabilidad bastante altos.
El mercado internacional de máquinas herramienta se ha multiplicado por tres en los últimos veinte años pero manteniendo la concentración de la producción de éstas en los países imperialistas. En los últimos años ello se ha dinamizado por la influencia de Asia (especialmente Japón, China y Corea del Sur) donde se consumió en el 2012 el 60% de la producción mundial. Según cifras del 2011 en un estudio publicado por la Universidad de Buenos Aires[3], el mayor país exportador de máquinas herramientas en el mundo es Japón, por un valor de 7 832 millones de dólares, seguido de Alemania con 6 623 millones e Italia con 3 300 millones. Cuatro de cada diez máquinas-herramienta producidas en el mundo tienen como destino China. Estados Unidos es el segundo importador en el mundo de maquinaria con cifras que sobrepasan los 2 mil millones de dólares. Del 100% de la producción industrial mundial, los países “en desarrollo” contribuyen con el 7% (biblioteca.sena.edu.co).
El 97% de todos los recursos destinados para investigación están concentrados en las potencias capitalistas. Dentro de las veinte empresas tecnológicas más grandes del mundo, que generan más de 1,9 billones de dólares de ganancias, once son estadounidenses (APPLE, IBM, General Electric, Google, Oracle, Boeing, Cisco Systems, Intel, Comcast y Microsoft, AT&T); una de Corea del Sur (Samsung); una de China (China Mobile); una de Inglaterra (Vodafone); una de Alemania (Siemens); dos de Japón (Nipon Telegraph, Hitachi); una de Taiwan (Hon Hai Precision); y una de México (America Movil de Carlos Slim). La lista está encabezada por General Electric y Apple, según datos de la Revista Forbes [4].
La industria de alimentos es manejada globalmente por diez empresas –Associated British Foods, Coca Cola, Danone, General Mills, Kellog, Mars, Modelez International (ex Kraft), Nestle, Pepsico y Unilever. En conjunto generan más de 1 100 millones de dólares al día y la industria está valorada en su conjunto por más de 7 billones de dólares. En un mundo con más de 7 mil millones de consumidores y 1 500 millones de productores, menos de 500 empresas controlan el mercado mundial de alimentos [5]. Estas empresas actúan en los países semicoloniales apropiándose de fuentes de agua como Nestlé, explotando trabajadores entre ellos niños, promoviendo con su accionar problemas ambientales, monopolizando el mercado, explotando a pequeños tenderos y campesinos, produciendo comida basura y acabando con la soberanía alimentaria de nuestros pueblos.
La industria extractiva, que constituye uno de los ejes más importantes de la economía global, es controlada por empresas estadounidenses, europeas y chinas. Nuestros países ofician como exportadores de crudo o minerales los que les son devueltos como derivados o productos con valor agregado. De las quince empresas petroleras más grandes del mundo, que suman más de 3,1 billones de dólares por ventas al año, tres son de Estados Unidos (Exxon Mobil, Chevron-Texaco, Conoco Philips); una de Holanda (Shell); tres de China, y dos de Rusia, según el ranking de Forbes [6].
La industria armamentística se halla concentrada especialmente en seis países: Alemania, China, Estados Unidos, Francia, Inglaterra y Rusia. El gasto militar mundial, según cifras del SIPRI [7] alcanzó en el 2012 la cifra de 1756 billones de dólares, del cual América del Norte representa cerca del 50%, Asia el 15% y Europa Occidental el 22%. La producción de armas la encabeza Estados Unidos con más del 63% [8], seguido por Europa Occidental con el 29,4%. Siete de las diez mayores empresas armamentísticas del mundo proceden de Estados Unidos. Es un gran negocio que incluye no sólo la producción y comercialización de armas sino las invasiones a otros países mediante el cual se genera otro gran ingreso basado en la reconstrucción de éstos. Además permite que la economía capitalista salga de las crisis pues proporciona fuentes de empleo mientras promueve el monopolio de la violencia.
El imperialismo como fase monopolista del capitalismo lleva al control, concentración y manejo de la economía y los diferentes sectores productivos, comerciales y de servicios, a un puñado de grandes corporaciones que son defendidas e impulsadas por un grupo de Estados que se en cargan de viabilizar la reproducción de capital mediante factores económicos, políticos, culturales, ideológicos o militares. Este rasgo se encuentra más vigente que nunca, pues desde lo plantado por Lenin ello se ha agudizado, en la actualidad según cifras del Foro Económico Mundial[9] y un estudio realizado por la ong Oxfam [10]:
Casi la mitad de la riqueza mundial está en manos de sólo el 1% de la población.
La riqueza del 1% de la población más rica del mundo asciende a 110 billones de dólares, una cifra 65 veces mayor que el total de la riqueza que posee la mitad más pobre de la población mundial.
La mitad más pobre de la población mundial posee la misma riqueza que las 85 personas más ricas del mundo.
Siete de cada diez personas viven en países donde la desigualdad económica ha aumentado en los últimos 30 años.
El 1% más rico de la población ha visto cómo se incrementaba su participación en la renta entre 1980 y 2012 en 24 de los 26 países de los que tenemos datos.
En Estados Unidos, el 1% más rico ha acumulado el 95% del crecimiento total posterior a la crisis desde 2009, mientras que el 90% más pobre de la población se ha empobrecido aún más.
En los últimos veinticinco años la riqueza se ha concentrado aún más. Según el estudio citado anteriormente [11] el 1% de familias del mundo posee casi la mitad (46%) de la riqueza mundial; mientras que la riqueza de la mitad más pobre de la población es menor que la de las 85 personas más ricas del mundo.
Los beneficios de las empresas de las élites de los países imperialistas siguen creciendo, aún después de la crisis del 2009, mientras los salarios de los trabajadores como porcentaje del PIB se han estancado [12].
Según un estudio de Credit Suisse el 10% de la población controla el 86% de los recursos del planeta, mientras el 70% más pobre (3 mil millones de personas) apenas el 3%. Carlos Slim, dueño de América Mobil, podría pagar con sus ingresos los salarios de más de 440 mil trabajadores mexicanos [13].
El monopolismo echa abajo la falacia de libre competencia y libre mercado pues son los grandes monopolios quienes rigen la economía global. Desde los tiempos que Lenin centró de manera concreta este rasgo fundamental del capitalismo contemporáneo el proceso de concentración de la riqueza por un puñado de familias, y de la producción por un puñado de empresas, este se ha profundizado cada vez más. El capital no se “democratiza” sino se monopoliza en la etapa imperialista del capitalismo. La falacia del desarrollo capitalista es devastada por un fenómeno hiper-concentrador de innovaciones, recursos, capital que se reproduce bajo relaciones de dominación bloqueando un verdadero acceso a la ciencia, técnica y desarrollo industrial de las economías semi-coloniales y su pueblo.
2. Fusión del capital bancario e industrial: conformación del capital y la oligarquía financiera
En la etapa imperialista los bancos pasan de ser simples intermediarios a convertirse en los rectores de la economía mundial. Se realiza la fusión del capital industrial y comercial con el bancario formándose el capital financiero. Todo grupo monopólico cuenta con un banco propio que le permite realizar maniobras para que sus empresas cuenten con ventajas inconmensurables en relación a otros capitalistas. Los bancos se vuelven instituciones con un carácter universal, que poseen datos de todas las empresas, eligen a quién prestar o no el dinero, inyectan capital, y crean sociedades de investigación técnica de las que se benefician exclusivamente sus socios. Como manifestara Lenin, el siglo XX señala el punto de viraje del viejo al nuevo capitalismo, de la dominación del capital en general a la dominación del capital financiero. Esto agudiza el carácter rentista y especulativo del sistema, y agrega a las crisis estructurales de súper-producción, las crisis financieras como por ejemplo la ocurrida en el año 2009 y que provocó efectos desastrosos en las mismas economías de países industrializados como los de Europa o Estados Unidos.
Los grupos monopólicos más importantes del mundo cuentan con bancos propios lo que les permite realizar maniobras financieras para crecer de manera imparable y asegurarse la supremacía sobre otros capitalistas.
Los capitalistas dispersos vienen a formar un capitalista colectivo. Al llevar una cuenta corriente para varios capitalistas, el banco, al parecer, realiza una operación puramente técnica, únicamente auxiliar. Pero cuando esta operación crece en proporciones gigantescas, resulta que un puñado de monopolistas subordina las operaciones comerciales e industriales de toda la sociedad capitalista, obteniendo la posibilidad — por medio de sus relaciones bancarias, de las cuentas corrientes y otras operaciones financieras —, primero, de enterarse con exactitud del estado de los negocios de los distintos capitalistas, y, después, de controlarlos, de ejercer influencia sobre ellos mediante la ampliación o la restricción del crédito, facilitándolo o dificultándolo y, finalmente, de determinar enteramente su destino, de determinar su rentabilidad, de privarles de capital o de permitirles acrecentarlo rápidamente y en proporciones inmensas, etc. [14]
Ello ocurre también en los países semicoloniales como por ejemplo Ecuador, donde los principales grupos monopólicos poseen más de una institución financiera.
Uno de los elementos más notables ha sido la constitución de gigantes concentraciones de capital-dinero en “estado puro”, manejadas internacionalmente por apenas 30 a 50 bancos y un puñado menor de inversores institucionales que agrupan compañías de seguros, fondos mutuos de inversión, fondos de pensión, etc. De las 15 instituciones financieras más importantes del mundo cinco son de EEUU, cuatro de China, una de Inglaterra, una de Alemania, una de Japón, dos de Francia y una de Australia [15].
A pesar de la crisis capitalista los bancos siguen incrementando sus ganancias. En Estados Unidos en el año 2013 el Bakn of America triplicó sus beneficios llegando a un beneficio neto de 11 431 millones de dólares; el Citigroup ganó un 84% más que el año anterior llegando a 13 mil millones de dólares; y el Goldman Sachs tuvo beneficios por 7 700 millones.
Cabe anotar que dentro del capital financiero no se encuentran sólo los bancos, sino las cooperativas, mutualistas y compañías de seguros.
Los organismos financieros mundiales como el Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, Banco Interamericano de Desarrollo ejercen una notoria influencia sobre las políticas económicas de los países oprimidos. Los préstamos que otorgan incluyen medidas que deben aplicar los gobiernos y que tienden generalmente a impulsar la inversión extranjera, flexibilizar las relaciones laborales y privatizar los sectores principales de la economía.
Los grandes bancos no sólo ejercen su influencia en los sectores privados consolidando el monopolismo, sino que se entrelazan con los Estados para salvaguardar sus intereses. No es coincidencia que en los Estados cumplan funciones claves ex gerentes de la banca o que en los consejos de administración de los bancos estén ubicadas personalidades que tienen influencia en el Estado.
La unión personal de los bancos y la industria se completa con la “unión personal” de ambas con el gobierno. “Los puestos en los consejos de administración — escribe Jeidels — son confiados voluntariamente a personalidades de renombre, así como a antiguos funcionarios del Estado, los cuales pueden proporcionar no pocas facilidades (!) En las relaciones con las autoridades [...] en el consejo de administración de un banco importante hallamos generalmente a un miembro del parlamento o del ayuntamiento de Berlín [16].
Este capital financiero contamina el capital en general que está basado en el ámbito productivo en la extracción de plusvalía que mediante su realización cubre las ganancias de los sectores comerciales y financieros. Su lógica está atada a la especulación y al parasitismo.
3. La exportación de capital
Si bien el rasgo distintivo del capitalismo de libre competencia fue la exportación de bienes, lo fundamental de la etapa actual es la exportación de capital, aunque lo primero se mantiene, lo segundo constituye el aspecto central de la forma de acumulación de los monopolios. La exportación de capital tuvo como base un intenso proceso de acumulación en las potencias capitalistas, especialmente a través de medidas proteccionistas para alentar el desarrollo de la industria nacional. Surgió una superabundancia de capital que debía ser colocado en otros países para asegurarse márgenes de rentabilidad importantes.
La exportación de capital significa que los monopolios de las potencias imperialistas ubican su capital en los países oprimidos para obtener mayores ganancias. Esto se da mediante dos vías: realizar préstamos que condicionen y aseguren su hegemonía; y trasladar ciertas empresas e inversiones de los monopolios extranjeros a estos países.
En cuanto al primer aspecto, que tiene que ver con la exportación de capital vía financiera, los préstamos otorgados por los bancos imperialistas estatales y privados a nuestras economías aparte del beneficio que les generan los intereses, buscan asegurarse el control de los recursos naturales y la participación en los proyectos de inversión dirigidos por el Estado. Entre el 2005 y 2011 China otorgó un total de 75 215 millones de dólares en préstamos a Latinoamérica, de los cuales más del 40 correspondieron a Venezuela [17]. La deuda externa en Latinoamérica llega al 35,9% respecto del ingreso nacional bruto [18]. Siendo los países más endeudados: Guatemala, Argentina, Panamá, Chile, El Salvador, Nicaragua y Jamaica. Ecuador es un caso palpable de ello donde la deuda con China ha pasado de 9 millones de dólares en el 2005 a 6 mil 292 millones de dólares hasta febrero del 2014 según cifras del ministerio de finanzas. Las tasas de interés bordean en este caso el 7,5% y el plazo es de hasta ocho años. Esto incluye préstamos directos y preventas petroleras. Los préstamos sirven para obras de infraestructura que son paradójicamente construidas generalmente por las mismas empresas chinas y de las que se benefician directamente tanto las empresas chinas como otros monopolios pues generan las condiciones necesarias para la inversión extranjera y se aseguran el control de materias primas fundamentales para el funcionamiento de sus economías industrializadas.
En el segundo caso el objetivo es aumentar las ganancias, entonces se mudan las empresas de los monopolios para abaratar costos de producción, puesto que en los países oprimidos el capital es escaso, el costo de la mano de obra y el precio de la tierra son bajos, las materias primas son baratas, y los derechos laborales son menos garantistas. Esto permite un beneficio extra que es sumamente apetecible. Grandes corporaciones como Nike, Adidas, Samsung, Apple, Nokia, etc., no tienen ubicadas sus fábricas en sus países de origen, donde el salario de un trabajador por hora es en Estados Unidos de 7,25 dólares, en Francia $12,22, en Australia $16,88, en Inglaterra $10,02. Sino que trasladan sus empresas a países como Brasil donde éste es de $2,1 por hora, China $1,19, México de $0,61, Ecuador $1,41 El Salvador $0,94, Bolivia $1,23, etc.
Recurrentemente nos hablan del desarrollo industrial de algunas “economías emergentes” como la India o Brasil, cuando la realidad es que las empresas localizadas en esos países generalmente son pertenecientes a los monopolios extranjeros que se aprovechan del bajo precio de la mano de obra para abaratar costos de producción, mientras subsisten de manera general en esos países relaciones precapitalistas y semifeudales y un coeficiente de desigualdad bastante marcado. Según James Petras [19] , los “tigres asiáticos” cuentan con sólo tres empresas en un ranking de las 500 más grandes emitido por la revista Financial Times en el 2002, contribuyendo a menos del 1% del total.
Según Oxfam [20] refiriéndose a la India: en los últimos diez años el número de multimillonarios ha crecido de 6 a 61, en un país donde viven más de 1200 millones de personas, éstas élites llegan a tener más de más del 30% de participación dentro de la renta nacional. El Estado indio ha jugado un papel fundamental en la forma de acumulación de estos grupos que principalmente han centrado su actividad en el sector inmobiliario, construcción, minería y telecomunicaciones.
El desarrollo de zonas económicas especiales permite que se asienten maquilas y otras formas de producción que explotan intensivamente a los trabajadores de dichos países. En la India por ejemplo existen más de cuarenta ZEE, proyectando establecer en los próximos años más de cuatrocientas. En Ecuador el gobierno de la revolución ciudadana pretende promover las ZEE denominándolas Zonas Económicas de Desarrollo Especial (ZEDES) las cuales según éste serán de tres tipos: transferencia tecnológica, desarrollo industrial para la exportación y logísticas. Obtendrán varios incentivos: reducción adicional de 5 puntos porcentuales del Impuesto a la renta, a los administradores y operadores de las ZEDES, con el carácter permanente (17%) y si son sector preferente y la inversión es nueva plica tarifa de 0%. Las importaciones de bienes tendrán tarifa de 0% en IVA y los bienes extranjeros gozarán de la suspensión de pago de aranceles mientras permanezcan en el país. Exoneración del ISD en el pago de importaciones y para los pagos al exterior por financiamiento externo.
El monopolio tecnológico refiriéndonos al tema de investigación y desarrollo se mantiene localizado en los países industrializados, quienes se reservan exclusivamente los réditos que otorga ello. Ligando la educación superior y la investigación en general a las ventajas que requieren las corporaciones.
Un caso al que hay que prestar atención es el de las industrias extractivas, que se instalan en los países dominados, extraen los recursos no renovables y se retiran, generando una serie de conflictos sociales, ambientales y económicos bajo la hipócrita figura de “inversión extranjera” aupada por gobiernos títeres y serviles que fungen como conexión para estas operaciones brindando garantías jurídicas, políticas y militares para ello.
Sin duda, a nivel actual uno de los grandes problemas que ha provocado el sistema capitalista-imperialista tiene que ver con el control estratégico de los recursos naturales de los países semi-coloniales, los cuales son indispensables para cubrir las necesidades productivas de las economías centrales. Éstas poseen, como explica Lenin en su libro, el cálculo de las reservas mundiales de recursos a los que adaptan sus planes de dominación geoestratégica basándose tanto en la diplomacia, el control de los gobiernos, los tratados comerciales y los préstamos, así como en las intervenciones militares directas. Según Atilio Borón [21], dentro de los diez países mineros más importantes siete son de Latinoamérica, el 80% del litio se encuentra en esta región, sin mencionar las enormes reservas de petróleo, gas, biodiversidad y agua (en América del Sur se concentran más del 35% de reservas de agua dulce del planeta sin incluir el acuífero Guaraní que tiene una infinita reproducción del líquido vital).
El crecimiento acelerado de las economías de Estados Unidos, China, Japón y los países de la Unión Europea promueve la apropiación de los recursos en cada región del planeta, intensificando la división internacional del trabajo a una escala supremamente mayor que en tiempos pasados. Estos países no cuentan con las reservas suficientes de minerales y petróleo para echar andar sus economías por lo tanto buscan apropiarse de las de otros países. Medio Oriente es el mayor productor de petróleo del mundo pues provee cerca de un tercio del consumo mundial, América Central y Sudamérica poseen el 10%, con la particularidad que estas regiones exportan casi toda su producción, mientras Estados Unidos, Rusia e Inglaterra que también son grandes productores lo utilizan especialmente para el consumo interno, sin que éste sea suficiente por lo que deben importarlo de los países que controlan. América del Norte es la región que más petróleo consume en el mundo, EEUU importa más de 10 millones de barriles diarios, China cinco millones y Alemania un poco más de dos millones [22].
Estados Unidos en la actualidad requiere más de cuarenta minerales que no produce y que debe garantizarse para el funcionamiento de su industria. Los tres principales importadores de petróleo del mundo son Estados Unidos, China y Japón.
La demanda china de petróleo y materias primas impulsó la producción de países de Asia, África y Latinoamérica. La demanda china de acero para sus manufacturas e industria de construcción aumentó tan rápidamente que sus plantas procesadores, hoy en día consumen la mitad de la producción mundial. China se ha convertido en el mayor inversor en industrias extractivas en el mundo. Sus petroleras invierten más de 25 mil millones en activos en el exterior y las mineras cerca de 4 mil 500 millones de dólares[23] . Según datos de El Telégrafo [24] el comercio entre China y América Latina se multiplicó por 21 entre el 2000 y 2012, donde las exportaciones de la región son principalmente de bienes primarios (69%) y recursos naturales (24%).
Las relaciones entre China y África se empezaron a desarrollar en profundidad desde 1996. El comercio chino-africano, especialmente basado en la extracción de recursos naturales, creció de 9.000 millones de dólares en el 2000 a 160.000 millones en el 2011, según el Banco Africano de Desarrollo. Desde 2009, China compite con Estados Unidos por el primer puesto como socio comercial de dicho continente y se encuentra por delante de Francia y Gran Bretaña. Según CNN “la experiencia del Congo podría presagiar una estrategia más compleja que China estaría elaborando para los mercados africanos. En 2008, los dos gobiernos firmaron un acuerdo por 9,000 millones de dólares para construir 177 hospitales y centros médicos, dos represas hidroeléctricas y carreteras y autopistas de miles de kilómetros de largo. A cambio, el Congo deberá suministrar 10.6 millones de toneladas de cobre y 600,000 toneladas de cobalto. Paradójicamente el monto fue luego reducido a 6,000 millones de dólares a petición del Fondo Monetario Internacional, que consideró que el Congo estaba endeudándose demasiado” [25].
Esta apropiación de los recursos naturales aparte de los conflictos sociales, económicos y políticos genera serios problemas ecológicos como desgaste del suelo, contaminación de las fuentes de agua, daño a los ecosistemas, afecciones directas a la flora, fauna y vida de las personas que habitan cerca de las zonas de explotación. El tema ecológico es un asunto trascendental en la época actual, pues si bien la explotación del hombre por el hombre se ha agudizado y la opresión a las semicoloniales se intensifica sin parar, la devastación de la naturaleza constituye un asunto clave que lleva a cuestionarnos sobre el modelo de desarrollo del sistema capitalista que está llevando al mundo a un desastre global sin parangón en la historia. Pero el problema ecológico no puede ser situado al margen de la sociedad, de su división en clases y las formas de organización productiva que esta asume. En el capitalismo lo que cuenta es la ganancia y esta se superpone a cualquier intención de responsabilidad social o ambiental. La lucha por la defensa de la naturaleza, los ecosistemas y la vida humana en general está ligada de manera indisoluble a la lucha contra el sistema capitalista-imperialista. Por ello quedan sin piso las charlatanerías de los capitalistas de “desarrollo sustentable” pues ellos mismo pasan por encima de la legalidad burguesa e irrespetan sus mismos tratados como el Protocolo de Kyoto por ejemplo. En el Ecuador las Zonas y Áreas Protegidas declaradas por el mismo Estado y garantizadas en la constitución verde, son simplemente enunciados demagógicos pues dentro de ellas se promueve la explotación petrolera, minera y maderera como es el caso del Parque Nacional Yasuní, el Parque El Cajas e Intag, entre otros.
La exportación de capital es una figura esencial para el capitalismo monopolista, se intensifica cada vez más pues éste busca márgenes de rentabilidad mayores. La hipócrita figura de “inversión extranjera” es la punta de lanza para saquear las economías semicoloniales, condicionándolas mediante préstamos y sobre-explotando a los trabajadores de estos países.
4. El reparto del mundo entre las asociaciones monopolistas
En este aspecto vale preguntarse si son o no las asociaciones monopolistas las que controlan el mundo, las que son dueñas de los recursos, de la producción, de los mercados y de la innovación técnico-científica.
Lenin manifestaba que las asociaciones monopólicas capitalistas: cartels, sindicatos, consorcios y trusts se dividen entre ellos, en primer lugar, el mercado doméstico y toman posesión, de una manera más o menos completa, de la industria y el comercio de un país, para tomar posteriormente el control de cada rincón del planeta. La particularidad fundamental del capitalismo moderno consiste en la dominación de las asociaciones monopolistas de los grandes empresarios.
La época del capitalismo moderno nos muestra que entre los grupos capitalistas se están estableciendo determinadas relaciones sobre le base del reparto económico del mundo, y que, al mismo tiempo, en conexión con esto, se están estableciendo entre los grupos políticos, entre los Estados, determinadas relaciones sobre la base del reparto territorial del mundo, de la lucha por las colonias, de la lucha por el territorio económico [26].
Si bien la política colonial existió antes de la fase imperialista del capitalismo, esta se ejerce de una manera estructural y global en la época del imperialismo. Las asociaciones monopólicas llegan a dominar cada rincón del planeta como se ha sustentado en los puntos previos de este artículo.
5. El reparto territorial del mundo
En la época imperialista se da el reparto definitivo del mundo entero por las asociaciones monopólicas representadas por sus Estados; definitivo no en el sentido que éste no pueda ser repartida nuevamente, sino que la política colonial de los países capitalistas ha terminado de una vez la conquista de todas las tierras no ocupadas que existían en el planeta. Por vez primera –señalaba Lenin- el mundo se encuentra repartido totalmente y lo que puede darse posteriormente son únicamente nuevos repartos, es decir el paso de un país oprimido de un amo a otro.
Este factor intensifica la exacerbación de la lucha por el reparto del mundo entre los monopolios que compiten entre sí a nivel mundial y que se hallan representados por sus Estados. Es clave entender que la lucha es general entre los monopolios, los acuerdos son temporales, cuando se agotan las fuentes de materias primas, los recursos y los mercados, los conflictos ya no se resuelven de manera pacífica a través de la diplomacia o la competencia comercial, sino mediante la guerra inter-imperialista.
La particularidad fundamental del capitalismo moderno consiste en la dominación de las asociaciones monopólicas de los grandes empresarios. Dichos monopolios adquieren la máxima solidez cuando reúnen en sus manos todas las fuentes de materias primas, y ya hemos visto con qué furor los grupos internacionales de capitalistas dirigen sus esfuerzos a arrebatar al adversario toda posibilidad de competencia, a acaparar, por ejemplo, las tierras que contienen mineral de hierro, los yacimientos de petróleo, etc. La posesión de colonias es lo único que garantiza de una manera completa el éxito del monopolio contra todas las contingencias de la lucha con el adversario, sin excluir la de que el adversario desee defenderse por medio de una ley sobre el monopolio de Estado. Cuanto más adelantado se halla el desarrollo del capitalismo, cuanto con mayor agudeza se siente la insuficiencia de materias primas, cuanto más dura es la competencia y la caza de las fuentes de materias primas en todo el mundo, tanto más encarnizada es la lucha por la adquisición de colonias [27].
Es importante en este aspecto comprender que los monopolios tienen patria y que el Estado al ser instrumento de dominación de clase sirve para defender los intereses particulares de la burguesía de cada país. Ello es evidente cuando los Estados impulsan tratados comerciales, convenios internacionales, zonas económicas especiales, instalación de maquilas, préstamos, acuerdos con los gobiernos serviles de los países oprimidos para garantizar el control de los sectores estratégicos de su economía. Se ven beneficiados de aparatos jurídicos diseñados a la medida de las grandes corporaciones y de las fuerzas represivas de esos mismos países para garantizar dicha hegemonía. Los diferentes países imperialistas controlan las variadas zonas del planeta, por ejemplo Estados Unidos tiene mayor influencia en Latinoamérica, Francia, Alemania e Inglaterra en África, China en Asia.
Pero cuando esta división comercial del mundo no es suficiente para los monopolios apelan a la guerra. Siempre están buscando aumentar su influencia en otras regiones pero ello tiene un límite y entran a conflicto con el “amo” de dicha zona. Es así que ocurren guerras o agresiones inter-imperialistas.
La política colonial constituyó la forma general de dominación imperialista a fines de siglo XIX e inicios del siglo XX, después de las dos guerras mundiales la política que aplican es la semicolonialidad, es decir los países oprimidos cuentan con una independencia formal, pero no en los hechos, es decir eligen sus propios gobiernos, cuentan con ejército propio, pero su economía es manejada directamente por las grandes corporaciones lo que condiciona los otros elementos.
La pugna entre los monopolios a nivel mundial se halla representada por los Estados de los países imperialistas y es esencialmente por el control de las semi-colonias donde se hallan en juego los recursos naturales, materias primas, mercado y garantías para la exportación de capital. En los últimos veinte años el crecimiento exponencial de China la ha situado como un país imperialista que crece aceleradamente y trata de expandir su influencia en todo el mundo, especialmente en África y Latinoamérica. Por el momento no han estallado conflictos armados entre las potencia europeas o Estados Unidos y el gigante asiático, pues ambos se benefician actualmente de las relaciones en las que están inmersos: China representa un gran mercado al ser el país más grande del mundo, además presenta condiciones beneficiosas para la exportación de capital de las transnacionales por el bajo costo de su mano de obra. Al mismo tiempo la relación de China con estos países ha permitido que ésta desarrolle el Know how necesario para seguir creciendo y que sus productos inunden el mundo. Este constituye un hecho temporal, pues existe una disputa en frío sobre las esferas de influencia que no tardará en estallar a medida que la disputa por los recursos y los mercados sea indispensable, lo que provocaría que esta pugna pase de lo diplomático y comercial a lo militar.
2. Algunos elementos a tomar en cuenta en la actualidad
El capitalismo burocrático y la teoría del imperialismo
Es importante situar qué representa la teoría del imperialismo para los comunistas y revolucionarios de los países dominados. En ese sentido es importante comprender al sistema capitalista-imperialista como algo global que se ejerce en todo el mundo. Esto nos permite replantear la categoría modo de producción capitalista y hablar en la actualidad de capitalismo imperialista, donde se desenvuelven especialmente dos tipos de países, unos sobre los que se recrean formaciones sociales industriales, avanzadas y dominantes, y otros donde se desarrolla un capitalismo dominado, atrasado, tardío, con amplias relaciones sociales y formas de propiedad precapitalista al que denominamos capitalismo burocrático. Es decir en los países avanzados o las potencias capitalistas se desenvuelve un capitalismo diferente al de los países atrasados, todo mediado por una estructura basada en la dominación.
El imperialismo en su estructura general provoca un desarrollo desigual y combinado. Mientras unos países concentran la producción de medios de producción y los avances científico-técnicos, las semi-colonias se hallan subordinadas cumpliendo un papel en la división internacional del trabajo como proveedores de materias primas, mano de obra barata, un paraíso para la exportación de capital, dejando el control de los sectores estratégicos de sus economías en manos de los monopolios. Las potencias imperialistas necesitan gestar ciertos elementos básicos para seguir ampliando la acumulación de capital, por lo tanto hacen “evolucionar” ciertas relaciones de producción esclavistas y feudales a relaciones semifeudales, precapitalistas y capitalistas en sus semi-colonias. Generan condiciones básicas para poder “invertir” en estos países: infraestructura básica (vialidad, oleoductos, hidroeléctricas); promueven la formación profesionales con conocimiento técnico, particular y limitado para que trabajen en sus corporaciones; e impulsan que un segmento de la población cuente con cierto poder adquisitivo para que puedan adquirir sus productos. Es decir desarrollan el capitalismo en sus semicolonias hasta cierto límite, el cual les permita seguir dominándolas, extrayendo sus recursos y sirviéndose de estas relaciones para ampliar su poder. Es importante comprender que lo que producimos y compramos está marcado por este factor. En el caso del Ecuador continuamos siendo un proveedor de materias primas donde pasamos del cacao, al banano, de allí al petróleo y actualmente se apuesta por la mega-minería.
En los países donde se desenvuelve el capitalismo burocrático la clase dominante es un eslabón más de la opresión imperialista. Es esencial comprender que su carácter progresista caducó al entrar el capitalismo a su fase monopolista. No existen posibilidades de que la burguesía compradora y burocrática se oponga a los planes imperialistas. En el Ecuador vivimos actualmente la denominada revolución ciudadana como un proceso configurado para re-oxigenar el Estado burgués, desarrollado por la burguesía burocrática que encarama un nuevo grupo o fracción dentro de la burguesía que utiliza el aparato de Estado como eje de acumulación, que no liquida de ninguna manera las relaciones de dominación, y que más bien las profundiza puesto que en la actualidad no sólo estamos condicionados por Estados Unidos sino también por China. Son tan sólo frases pomposas del gobierno cuando habla de antiimperialismo y “cambio de la matriz productiva” pues en la práctica seguimos siendo un país dominado con una estructura económica condicionada.
El Estado no sirve a “los ciudadanos” sino a una élite económica que controla nuestra economía. El Estado de las semi-colonias no sirve ni siquiera a la burguesía de estos países sino a los monopolios extranjeros y sus socios locales. Para entender ello hay que precisar que la burguesía compradora y burocrática de estos países no es una burguesía “dependiente” u oprimida por el imperialismo sino que es un aliado incondicional que forma parte de la cadena de dominación imperialista, que ha crecido y se ha desarrollado bajo el amparo de ésta y que se enriquece gracias a estas relaciones. Mal haríamos en pensar que tuviera un interés honesto de oponerse a las anteriormente mencionadas formas de dominación.
La dominación ejercida plantea el problema de la liberación nacional para los países oprimidos, en el movimiento comunista primó en un momento histórico determinado la concepción de que cierto sector de la burguesía podía tener un carácter democrático en ese sentido. Las tesis leninistas sobre este aspecto son claras, no todo movimiento de lucha contra el imperialismo representa un debilitamiento de éste, el movimiento comunista debe prestar su apoyo a quienes debiliten en realidad al imperialismo y no únicamente a un país para caer en el control de otro amo. Con el desarrollo histórico del capitalismo, el papel nacional de la burguesía ha caducado, por lo tanto las tareas democráticas recaen en el proletariado que en alianza con otras clases oprimidas como el campesinado, la pequeña burguesía y el semi-proletariado pueden llevar de una manera consecuente la emancipación de dichos países cumpliendo con las tareas que la burguesía es incapaz de resolver: el problema agrario, la industrialización, las reivindicaciones democráticas etc, e ir allanando el camino hacia una economía socialista.
El imperialismo controla cada eslabón de los países donde domina
Aparte de la dominación económica que es la base de su hegemonía, el imperialismo recrea un sometimiento político, militar e ideológico en los países que se encuentran bajo su control.
En el aspecto político la forma fundamental de asegurarse el control de los recursos naturales, de los sectores estratégicos y de la fuerza de trabajo es el Estado. Éste se encuentra atenazado de pies a cabeza por las grandes corporaciones quienes vía partidos políticos de la burguesía o el reformismo ubica los presidentes y puestos fundamentales de dicha estructura. Es común ver a ex funcionarios de las corporaciones ejerciendo cargos en la presidencia, en los ministerios de justicia, recursos no renovables, productividad, entre otros, así se aseguran que no existan trabas para sus operaciones y que éstas fluyan a nivel administrativo. Aparte diseñan un marco jurídico idóneo para su inversión, basta revisar en el Ecuador la ley de minería, el código penal integral, el proyecto de reforma al código del trabajo, entre otras para darnos cuenta de ello. El Estado es el responsable de configurar las condiciones básicas a nivel económico para que estas corporaciones obtengan los márgenes de ganancias esperados, construyen carreteras, oleoductos e hidroeléctricas para abaratar los costos de producción disfrazándolos como obras para el pueblo.
Las fuerzas represivas velan por los intereses de las corporaciones, complementan el papel de la legalidad y aseguran mediante su poderío la operación de éstas. En el Ecuador cuando se estaba aprobando la ley minera, la policía y el ejército salieron a disolver las protestas, además acompañan a las empresas cuando van a realizar las fases de exploración o explotación de los recursos como ha ocurrido históricamente en el oriente ecuatoriano y actualmente también pasa en la sierra sur y norte como en el caso de Intag, Molleturo, Gualaquiza. Estas fuerzas represivas reciben una constante “asesoría” y equipamiento por parte de los estados de los países imperialistas. Cuando no funcionan las estrategias disuasivas se ponen en marcha las guerras de ocupación como en Irak, Afganistán, o los golpes de Estado.
En el ámbito cultural promueven los “valores de occidente”, la moderna civilización que pretende convertirse en un espejo al que debemos mirarnos, gestando formas de conciencia social arribistas, funcionales, estereotipadas y desarrollistas, además de imponer a la opinión pública su agenda e intereses. Se promueve incesantemente una industria del entretenimiento encargada de situar estos pensamientos y prácticas, de aceptarlos como normales y adecuados. Los medios de comunicación masiva a través del cine, la televisión, la radio, son propiedad de grandes monopolios que funcionan a nivel mundial. En los años ochenta, cincuenta corporaciones de comunicación controlaban los medios masivos en EEUU, hoy esto se ha reducido a seis grandes empresas, según el Media Reform Information: Time Warner, Walt Disney, Viacom, News Corp (de Rupert Murdoch, que controla buena parte de los medios en Australia y en Inglaterra también) CBS y NBC Universal (General Electric). El control del internet a escala global también se ha desarrollado intensivamente, siendo cada innovación en este sector monopolizada por selectos grupos como Google (con una capitalización bursátil de cerca de 260 mil millones de euros), Facebook, Apple y Microsoft [28].
La educación es una condición básica para que el imperialismo implemente sus políticas y de salida a las necesidades administrativas de sus corporaciones. El gobierno de la revolución ciudadana cumple dócilmente con este enunciado, al articular la educación media y superior a las necesidades del mercado, elitizándola y funcionándola. Se crean centros de investigación especializada, como Yachay, que serán los encargados de realizar estudios y formar profesionales de los que se beneficiarán directamente las corporaciones extranjeras. Es decir aparte de funcionar como aparato ideológico, la educación forma profesionales con conocimiento técnico capaces de servir a estas empresas.
La lucha contra el reformismo es una frase vacía y falsa si no está ligada a la lucha contra el oportunismo
Es vital situar este asunto pues no existe posibilidad de enfrentar al imperialismo si no ligamos la lucha contra éste a la lucha contra el reformismo, entendiéndolo como una avanzada de la burguesía en el movimiento popular que lo desorienta de sus objetivos fundamentales y enclaustra la lucha en elementos inofensivos para el sistema como las elecciones. Por ello debemos comprender que el reformismo significa abandonar el objetivo revolucionario y sustituirlo por la política social de la burguesía. Si manifestamos que la burguesía compradora y burocrática constituye un aliado directo de los monopolios imperialistas y los partidos de la izquierda tradicional respaldan en las elecciones a sus máquinas electorales, evidentemente cumplen un papel de legitimadores de su accionar, confundiendo y desorientando a los sectores populares.
Pero aparte de las elecciones los partidos reformistas instauran en las masas ideas como la defensa de la democracia, del estado de derecho, o promueven que las masas no adquieran un nivel de consciencia mayor postergando su educación política, frenan los estallidos sociales o se encaraman en estos para volverlos inofensivos. Si no desenmascaramos su verdadero papel seguirán ejerciendo influencia en las masas y esto constituye realmente una traba para la potenciación de su conciencia, lucha y organización.
¿Qué implica la teoría del imperialismo para la estrategia y la táctica?
Asumir la teoría del imperialismo repercute directa e indirectamente en los planes políticos de las organizaciones de izquierda y los comunistas. Pues quienes no comprenden cómo se configura la dominación y el enlace que existe entre la burguesía monopólica de las economías centrales y los gobiernos como representantes de la burguesía compradora y burocrática de nuestros países caen en ilusiones reformistas de apoyar en las elecciones las “tendencias progresistas y antimperialistas” como las del socialismo del siglo XXI que en realidad no rompen con la hegemonía de estos países y el control que poseen de nuestra economía.
Elaborar una estrategia revolucionaria implica definir quiénes constituyen las clases que junto al proletariado van a luchar por emancipar al país de la dominación y en ese sentido cabe recalcar que la burguesía monopólica y los gobiernos que la representan no pueden hacerlo pues sus negocios y su razón de ser está configurada por su nexo con el imperialismo. La burguesía media es débil y no cuenta ni con el poder económico ni político para oponerse. Y las organizaciones reformistas lo que hacen es desviar la lucha a posiciones inofensivas contra el sistema. En ese sentido los aliados del proletariado y que van a luchar contra el imperialismo son los campesinos donde subsiste el problema de la tierra, y donde el conflicto por el extractivismo se vuelve cada vez más latente. Los pequeños productores y comerciantes que constantemente están sojuzgados por los monopolios. Los estudiantes e intelectuales progresistas y revolucionarios que producto de su acceso al conocimiento entiendan la irracionalidad de la dominación imperialista. La estrategia revolucionaria debe ligarse a la construcción de espacios que representen a los diferentes sectores oprimidos por el imperialismo en la consecución de sus reivindicaciones y que éstas sean una de las bases para su articulación con un programa revolucionario en el país. La táctica debe estar ligada a desenmascarar al gobierno de turno y presentarlo como lo que es: un defensor de los monopolios extranjeros.
3. Conclusiones necesarias
Como lo definiría Lenin el imperialismo es el capitalismo agonizante, parasitario y en descomposición. Si bien es cierto es la última etapa de este sistema es necesario romper con las visiones religiosas de inevitabilidad que han estado entroncadas en el movimiento comunista, pues si bien es la “antesala de la revolución” como plantea Lenin, el imperialismo no caerá solo sino que es necesaria que las clases explotadas se organicen y materialicen en la práctica el derrumbe de este sistema.
La teoría del imperialismo continúa más vigente que nunca pues es la única que explica de manera estructural como el capitalismo pasó de su etapa de libre competencia al monopolismo, de la exportación de mercancías a la exportación de capital, del predominio del capital industrial al predominio de capital financiero. Y cómo en esta etapa los monopolios se disputan entre sí la influencia sobre las colonias y semicolonias.
La teoría del imperialismo es esencialmente una teoría económica que explica la evolución del sistema capitalista, pero además sienta las formas de dominación que se ejercen en los ámbitos político, cultural e ideológico sobre las colonias y semi-colonias.
El nivel actual de desarrollo industrial y científico-técnico ha generado una socialización de la producción que entra en contradicción de una forma cada vez más aguda con la apropiación privada de los medios de producción y la riqueza social, se han sentado las bases económicas para el paso del capitalismo al socialismo. Como manifiesta Lenin en su obra:
Cuando una gran empresa se convierte en gigantesca y organiza sistemáticamente, sobre la base de un cálculo exacto de múltiples datos, el abastecimiento en la proporción de los 2/3 o de los 3/4 de la materia prima de todo lo necesario para una población de varias decenas de millones; cuando se organiza sistemáticamente el transporte de dichas materias primas a los puntos de producción más cómodos, que se hallan a veces a una distancia de centenares y de miles de kilómetros uno de otro; cuando desde un centro se dirige la elaboración del material en todas sus diversas fases hasta la obtención de una serie de productos diversos terminados; cuando la distribución de dichos productos se efectúa según un solo plan entre decenas y centenares de millones de consumidores, aparece entonces con evidencia que nos hallamos ante una socialización de la producción y no ante un simple “entrelazamiento”; que las relaciones de economía y propiedad privadas constituyen una envoltura que no corresponde ya al contenido, que debe inevitablemente descomponerse si se aplaza artificialmente su supresión, que puede permanecer en estado de descomposición durante un período relativamente largo (en el peor de los casos, si la curación del tumor oportunista se prolonga demasiado), pero que, sin embargo, será ineluctablemente suprimida [29].
El imperialismo constituye la mayor traba para el progreso de la humanidad, pues no sólo intensifica la explotación del hombre por el hombre y concentra la riqueza y el conocimiento en un puñado de familias y corporaciones, sino que depreda en su andar la riqueza natural del mundo entero por sus dinámica de acumulación.
Es importante comprender los cambios experimentados contemporáneamente por el sistema capitalista-imperialista que evidentemente no entran en contradicción con los argumentos principales sustentados por la obra de Lenin sino más bien los agudizan. En ese sentido cabe prestar mucha atención al desarrollo de algunas potencias imperialistas como China y Rusia que representan un problema real para otras potencias como Estados Unidos, Alemania, Japón, Francia e Inglaterra, acentuando la lógica de disputa inter-imperialista condicionada especialmente por la apropiación de recursos naturales de las economías dependientes. Es importante situar que las denominadas “economías emergentes” no son sino países dominados por el imperialismo que han desarrollado ciertos sectores necesarios para la reproducción ampliada de capital. Es también menester citar que en la etapa actual del capitalismo se agregan a las crisis estructurales de súper-producción, crisis que parten del capital financiero por su lógica especulativa, la cual provoca serios desórdenes para el sistema. Hay que tomar muy en cuenta el tipo de capitalismo que se gesta en los países dominados por el imperialismo, al que denominamos capitalismo burocrático, pues la tarea fundamental de esos países consiste en barrer con la dominación ejercida que bloquea su desarrollo. Los cambios producidos en la súper-estructura con un mayor peso del Estado en el ámbito económico para salvar a los monopolios en crisis, así como las garantías jurídico-políticas y militares que genera éste; así como la reproducción de formas de conciencia social que generan un consenso necesario para la dominación, son aspectos que debemos comprender a profundidad para elaborar una correcta estrategia revolucionaria.
La teoría del imperialismo repercute sobre la orientación revolucionaria que deben dar los comunistas en un determinado país. Y rompe con las concepciones mecanicistas que estuvieron tan arraigadas en el movimiento comunista antes de la revolución rusa, como por ejemplo pensar que la revolución sólo podría darse en una economía capitalista avanzada. Esta teoría permite comprender que en las semi-colonias se concentran una serie de contradicciones que las convierte en un terreno fértil para la revolución.
Este es el aporte fundamental –no único- de Lenin y constituye un avance cualitativo del marxismo, pues desarrolla éste sin quebrar sus postulados fundamentales pero señalando científicamente cómo funciona el capitalismo en el momento actual. Por ello en la actualidad no podemos hablar de ser consecuentemente marxistas, si no asumimos los aportes de Lenin y especialmente la teoría del imperialismo.
Es clave emprender una lucha en este sentido contra las corrientes que se reproducen en la intelectualidad reaccionaria, en la academia burguesa, embriagadas de postmodernismo, relativismo y eclecticismo, que nublan una comprensión científica de la realidad social y la necesidad de su transformación. La lucha contra el imperialismo y sus socios locales es la tarea fundamental de la revolución en las semi-colonias y también del proletariado de los países industriales.
Movimiento Vientos del Pueblo
[1] Vladimir Lenin, “Imperialismo fase superior del capitalismo”
[2] Ver en: http://www.elblogsalmon.com/economia/estudio-empirico-revela-la-red-capitalista-que-domina-al-mundo
[3] www.uba.ar/archivos_secyt/image/Monografia%20IMH%2001.pdf
[4] Ver en: http://www.forbes.com/global2000/
[5] Ver en: http://www.oxfamintermon.org/es/campanas/proyectos/tras-la-marca
[6] Ver en: http://www.forbes.com/global2000/
[7] SIPRI Yearbook 2013. Armaments, Disarmaments and International Security
[8] Ver en: http://hemisferiozero.com/2013/09/13/la-industria-armamentistica-y-el-comercio-de-armas
[9] Ver en: http://radio.uchile.cl/2014/01/22/foro-economico-mundial-pone-atencion-en-concentracion-de-la-riqueza
[10] “Gobernar para las élites: Secuestro democrático y desigualdad”, informe de OXFAM, enero 2014, económica. Ver en: http://www.oxfam.org/sites/www.oxfam.org/files/bp-working-for-few-political-capture-economic-inequality-200114-es.pdf
[11] Ibíd
[12] Ibíd
[13] Ibíd
[14] Vladimir Lenin, “Imperialismo fase superior del capitalismo”
[15] Ver en: http://www.forbes.com/global2000/
[16] Vladimir Lenin, “Imperialismo fase superior del capitalismo”
[17] http://www.chinatoday.mx/eco/analys/2012-10/24/content_491762.html
[18] Fernando G. Jaén Coll, “Deuda externa, saldo en cuenta corriente y reservas en América Latina y el Caribe”, febrero 2014, ver en: http:/cedel.ull.es/blog/2013/02/13/deuda-externa-saldo-en-cuenta-corriente-y-reservas-en-america-latina
[19] James Petras, “¿Quién gobierna el mundo?”, junio 2002. Ver en: http://www.voltairenet.org/article120492.html
[20] “Gobernar para las élites: Secuestro democrático y desigualdad”, informe de OXFAM, enero 2014, económica.
[21] Atilio Borón, “Control de recursos naturales en América Latina, estrategia geopolítica de Washington”. Ver en: http://www.cronicon.net/paginas/edicanter/Ediciones73/nota001.htm
[22] Cifras del Banco Mundial
[23] UNCTAD. Informe sobre las inversiones en el mundo 2013.
[24] http:/www.telegrafo.com.ec/economía/masqmenos/ítem/china-amplia-su-influencia-en-latinoamerica.html
[25] htpp://m.cnnexpansion.com/economía/2013/08/11/el-futuro-se-muda-de-eu-a-china
[26] Vladimir Lenin, “Imperialismo fase superior del capitalismo”.
[27] Ibíd
[28] “Las 50 grandes corporaciones que controlan el mundo”, ver en: http://cincodias.com/cincodias/2014/05/01/mercados/1398964637_970611.html
[29] Vladimir Lenin, “Imperialismo Fase Superior del Capitalismo”