China como país imperialista
Reproducimos a continuación un artículo realizado por el Movimiento Vientos del Pueblo en el año 2012. Consideramos que es importante pues las características aquí señaladas lejos de atenuarse se han agravado.
Las primeras medidas que promovieron el desarrollo del capitalismo en China
En 1978, en la III Sesión Plenaria del Comité Central del PCCh, se dio inicio a una radical reforma económica que se conocería como economía socialista de mercado. Los productos de consumo y los medios de producción comenzaron a ser reconocidos como mercancías. La lógica mercantil actuaba sobre la mano de obra, tecnología, bienes raíces, etc.
Guiado bajo una lógica pragmática, Deng Xiaoping ya había manifestado que “no importa si el gato es blanco o negro, lo que importa es que cace ratones”. Aseguraba que había que lograr la modernización de la economía, la defensa militar, la agricultura y la ciencia y tecnología. Sin duda el camino capitalista estaba sobre riel.
Es así que en China, desde fines de los años setenta hasta inicios de los años ochenta. se implementan agresivamente algunos cambios económicos como: la descolectivización de la agricultura, acabando con las comunas populares y arrendando lotes privados que deberían ser pagados por los propietarios al Estado; se dio apertura a la inversión extranjera; se concedió permiso a los denominados emprendedores; y se crearon las Zonas Económicas Especiales, espacios donde les otorgaban a las corporaciones ciertas licencias que permitían sobreexplotar a los trabajadores sin que los defienda la legislación del país. Sin embargo, el Estado mantenía el monopolio de los principales sectores de la economía.
Desde mediados de los años ochenta hasta inicios de los años noventa se estableció la privatización de la industria estatal pero en una escala pequeña, que se combinó con un grado de descentralización mínimo que estimuló el crecimiento de los empresarios locales. Se produjo una inflación de notables proporciones, se levantó el control a los precios, y el Estado mantuvo la hegemonía sobre los principales sectores, especialmente la banca, las construcciones, la gran industria y el petróleo.
De allí en adelante hasta el 2005 se promovió la privatización a gran escala de las empresas públicas, exceptuando algunos sectores estratégicos. Entre el 2001 y el 2004 las empresas públicas disminuyeron en un 48%, constituyendo tan sólo el 30% del Producto Interno Bruto. Fueron desmantelados los programas de asistencia social. China pasa a formar parte de la Organización Mundial de Comercio. Se redujeron los aranceles e impuestos, lo que permitió una mayor entrada de mercancías y capitales. En el 2005 surgieron los “campeones nacionales”, consorcios gigantes compuestos por empresas estatales y privadas, y se aumentaron nuevamente los subsidios de manera parcial.
La economía China en la actualidad
China actualmente es la segunda economía más grande del mundo, su PIB representa el 38% del total de toda Asia. Es el mayor exportador del mundo y el segundo país manufacturero. El principal destino de sus exportaciones es Estados Unidos y los países de los que más importa productos son Japón, Corea del Sur y Estados Unidos.
Las formas de propiedad existentes
Existen tres formas de propiedad garantizadas jurídicamente: estatal, privada y colectiva, siendo la primera y la segunda las formas dominantes.
En el sector estatal las empresas son controladas por el gobierno central y los gobiernos locales. En la década de los ochenta, dichas empresas representaban el 90% de la producción y empleaban a la mayoría de la fuerza de trabajo. Hoy ello ha descendido considerablemente, cediendo el paso a la empresa privada. Existen actualmente alrededor de 145 000 empresas públicas, 126 de ellas son conglomerados gigantes que poseen el 35 por ciento de la actividad económica del país y que abarcan los sectores estratégicos como la energía, aeronáutica, telecomunicaciones o banca. Es decir el Estado se reserva el monopolio de los principales sectores económicos hasta el momento.
El sector privado está compuesto por dos ámbitos: los negocios individuales -economía familiar (hasta 8 empleados)- y los negocios privados. Esta forma de propiedad aporta cerca de la mitad de la riqueza nacional. Existen 9 millones de compañías privadas y más de 36 millones de negocios de propiedad individual con un capital registrado total de más de 25 billones de yuanes ($4 billones). El número de negocios personales es un 8,5% mayor que en septiembre del 2010. El 90% de los negocios pertenecen al sector terciario o de servicios; el 8% forma parte de la industria secundaria y sólo un 2% desarrolla sus actividades en el sector de la industria primaria. Las exportaciones del sector privado chino representan un tercio del total del país.
Las empresas chinas son tanto privadas como estatales. Existen además corporaciones privadas estadounidenses y europeas que han mudado sus fábricas a este país bajo la figura de exportación de capitales por los altos beneficios que les representa el bajo índice salarial y las ventajas que otorga para éstas el Estado chino.
El último vestigio de economía colectiva, que es más bien una declaratoria formal se da en el campo, donde el Estado cede la tierra a los campesinos en régimen de usufructo durante periodos de hasta setenta años. Sin embargo, el gobierno conserva la potestad de recuperar dichas tierras cuando lo considere conveniente o necesario.
Una estructura económica compleja
La estructura económica de China es bastante compleja: por un lado, posee rasgos económicos presentes en los países que son potencias mundiales; y por otro, vestigios que la asemejan en algunos aspectos a economías semicoloniales. En el primer caso existe, por ejemplo, una economía donde el sector manufacturero representa más de la tercera parte de la economía; tasas de ahorro e inversión que sobrepasan el 40% del PIB; un sistema financiero de notables proporciones; empresas estatales y privadas regadas alrededor de todo el mundo con inversiones en construcción, infraestructura y crédito; reservas internacionales muy altas; poco endeudamiento externo; y es el mayor productor del mundo de más de 180 productos entre los que cuentan: acero, aluminio, ordenadores, teléfonos (en este aspecto cabe recalcar que gran parte de esa producción es realizada por mega corporaciones como IBM, APPLE, sitiadas en dicho país). En el segundo caso, por ejemplo, existen niveles de desigualdad brutales y apremiantes; mano de obra barata, donde el salario oscila entre los 130 y 250 dólares mensuales; un ingreso per cápita de mil dólares anuales; y principalmente un país donde la exportación de capitales se hace cada vez más intensa, combinada con un mercado gigante que representa cuantiosas ganancias a las mega corporaciones transnacionales.
China tiene una economía que se provee de recursos naturales y materias primas de América Latina, Asia y África, para poder garantizar el funcionamiento de su industria. Es el país que más demanda de cobre, acero, zinc, platino y cemento. Pretende asegurar dichos recursos en base a los préstamos que realiza a economías menos desarrolladas, asegurando vía endeudamiento y crédito el abastecimiento de materias primas.
La crisis en Europa fue aprovechada por China para comprar empresas de dicho continente, lo que le ha permitido, a parte de acceder a los beneficios y mercados controlados por éstas, apropiarse de su “Know how” (del cómo hacer) y de su conocimiento técnico - organizacional.
Se presume que la economía china a este ritmo podría sobrepasar a los Estados Unidos en el 2018. China es además el mayor emisor de gases nocivos para el planeta.
El desarrollo industrial chino ha crecido exponencialmente. No sólo se ha desarrollado la industria ligera dedicada a la producción de artículos de consumo directo, que muchas veces son exportados por millones a otros países; sino la industria pesada, especialmente las ramas siderúrgica, energética, mecánica y química. Las grandes empresas siderúrgicas están en capacidad de producir más de un millón de toneladas de hierro y acero al año.
¿Quiénes son los más ricos en China?
En estas décadas, la burguesía china ha ido desarrollándose por dos vías: el enriquecimiento a través de la empresa privada; y mediante la gestión estatal. Sin duda alguna, la burguesía que tomó el poder en 1979 no era la vieja clase dominante conformada por terratenientes y burgueses, sino que salió de las entrañas mismas de los órganos de dirección de la sociedad como el Estado y el partido. Aquellos seguidores del camino capitalista, que fueron combatidos por Mao y el ala revolucionaria del partido, fueron precisamente quienes, después de la derrota de la revolución cultural, sentaron sólidas bases para su enriquecimiento. Al revisar la lista de las personas más ricas de la nueva burguesía china, encontramos como característica fundamental que la mayoría ha estado vinculada a puestos de dirección, muchos de ellos son parte de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino. La mitad de las diez personas más ricas de china, en análisis realizado por la revista Forbes, están en el negocio inmobiliario.
¿Terreno fértil para la inversión extranjera o paraíso para la exportación de capitales?
Anteriormente señalábamos que la economía china por un lado presentaba rasgos característicos de una potencia mundial, pero al mismo tiempo manifestábamos que también están presentes elementos de una economía atrasada como: el bajo índice salarial, la desigualdad en la distribución del ingreso y especialmente la exportación de capitales. China es el país que más inversión extranjera directa recibe en el mundo desde el 2002. De enero a mayo del presente año aprobó la instalación de 8609 empresas con fondo extranjero, en ese lapso Estados Unidos estableció 451 empresas nuevas y la Unión Europea 588.
Gran cantidad de compañías estadounidenses y europeas se han trasladado a dicho país por las ventajas que éste les otorga, especialmente sectores como el automotriz, la confección de ropa y la electrónica. Los dos gigantes de la informática: Apple y Microsoft, cuentan con plantas de producción y han conformado empresas de software con inversión mixta, Nokia fabrica todos sus productos en China. La cuarta parte de la producción mundial de automóviles está concentrada en China: Hyundai, General Motors, Volkswagen cuentan con plantas, centros de autoabastecimiento, etc. Otras empresas presentes en dicho país son: Yum!, Procter&Gamble, Coca-Cola, Johnson&Johnson, Boeing, NIKE, AT&T, Intel, Wall Mart, Adidas.
El caso de Foxconn sirve como un claro ejemplo de la brutal explotación a los trabajadores chinos por parte de las corporaciones transnacionales. Foxconn emplea a cerca de un millón de personas en China, sale en las primeras páginas de los periódicos desde hace varios meses debido al suicidio de 13 de sus trabajadores en 2010. Terry Gou, su fundador, prometió en junio un aumento de salarios (224 euros frente a 134) y afirmó que los suicidios se debían a problemas personales.
La inversión China en el Exterior
Las inversiones chinas en el exterior sobrepasaron los 70 mil millones de dólares el año anterior, éstas representan apenas la sexta parte de lo que invirtió Estados Unidos, pero según las proyecciones de algunos economistas y revistas especializadas, podrían sobrepasar los dos billones en el año 2020. Casi el 70% de los inversores chinos presentes en el exterior comenzaron sus negocios después del 2006. La figura utilizada en la generalidad de casos era la inversión privada o pública, pero en la actualidad han ganado bastante terreno inversiones fuertes dirigidas por los Fondos Soberanos como: China Investment Corporation (CIC), la State Administration of Foreign Exchange (SAFE) y el National Council for Social Security Fund (NCSSF).
La inversión china en el exterior ha ascendido vertiginosamente pasando de 0,53 millones en 1979 a 68 mil millones en el 2010. Los destinos de las inversiones han sido especialmente Asia y América Latina.
China se ha convertido en el más grande inversor en industria extractiva del mundo. Sus empresas petroleras invierten cerca de 25 mil millones de dólares anuales y las mineras cerca de 5000 millones, según cifras del año 2010. Las inversiones chinas en este sector se deben a la rápida industrialización del país y la consiguiente necesidad de sus manufacturas de contar con dichos materiales, además del desarrollo urbano creciente, la demanda de energía y la preocupación de contar con reservas como un tema de seguridad nacional ante una posible escasez en el futuro.
Relación entre China, Estados Unidos y Europa
La conversión de China en una potencia mundial nos lleva a reflexionar sobre su relación con otros países imperialistas, asunto complejo, pero estratégico de determinar para prever el desenlace de algunos procesos geopolíticos y económicos que se llevan a cabo en la actualidad.
La relación de China con las potencias imperialistas se puede definir como de competencia e interdependencia, como acuerdo temporal y disputa permanente. En este momento, con el desarrollo de la economía china, ésta representa sin duda una oportunidad para las empresas de los países imperialistas, tanto por la exportación de mercancías a un país de tales proporciones, como por la exportación de capitales que les representa cuantiosos beneficios. En el primer caso el incremento de una clase media consumista, de una nueva burguesía bien acomodada, y de un mercado inmenso para sus corporaciones, otorga una oportunidad para el incremento de sus ganancias. En el segundo caso, las intensas condiciones de explotación y los bajos niveles salariales, garantizan que China sea un país propicio para que se instalen las transnacionales y desde allí fabriquen los productos que van a repartir al mundo entero. China se beneficia de esta relación a través de la asociación con algunas corporaciones para acceder al “know how” y a la tecnología necesaria para desarrollar esos sectores posteriormente.
China y Estados Unidos son rivales y a la vez socios. La inversión de Estados Unidos en China sobrepasa los 50 mil millones de dólares, el comercio bilateral llega a cerca de 200 mil millones. China es uno de los principales compradores de bonos del tesoro estadounidense, siendo uno de sus mayores acreedores. En el año 2006 Estados Unidos era el principal socio comercial de 127 países y China de 70. En la actualidad el país asiático llegó a 124 y Estados Unidos se redujo a 76. Estados Unidos mantiene varias ventajas en el plano productivo puesto que cuenta con un desarrollo técnico, tecnológico e innovador más avanzado; en cambio China trata de suplir ello con sus bajos costos de producción dados por la mano de obra barata y súper-explotada.
La creciente influencia de China en otros países representa evidentemente un riesgo para la hegemonía de Estados Unidos y Europa, aunque tal disputa esté aún en el campo comercial es predecible que las tensiones se irán incrementando. La expansión económica China se hará cada vez más sólida, a medida que controle más áreas de influencia, es decir semi-colonias. El desenlace será la confrontación y la guerra, la resolución de las contradicciones inter-imperialistas a través de la violencia, hecho para el cual se prepara el país asiático con el incremento de su presupuesto militar que en la actualidad sobrepasa los 115 mil millones de dólares, siendo aún muy inferior en tecnología y recursos al de Estados Unidos, pero que se prevé crezca exponencialmente en los próximos años.
China y la dominación semicolonial
La relación de China con los países de África, Asia y América Latina se da a través de cuatro estrategias fundamentales, que reproducen las condiciones de semicolonialidad de los países de dichas regiones:
1. Control de los recursos naturales y materias primas
2. Endeudamiento de largo plazo vía créditos estatales y privados que aseguren el control sobre dichos recursos.
3. Construcción de proyectos de infraestructura ejecutados con los mismos créditos que son concedidos a estos países y llevados a cabo por las grandes constructoras chinas.
4. Se presenta como un mercado propicio para los intereses de la burguesía agro-exportadora de los países semi-coloniales, puesto que es un mercado gigante que asegura mayor rentabilidad a sus empresas, lo que al mismo tiempo condiciona qué se produce en nuestras economías.
América Latina, Asia y África son proveedores de materias primas y alimentos para china, la que entrega “a cambio” créditos, asesoría, mercado e inversión en proyectos en estos países. Las inversiones chinas en América latina habrían crecido de 10.000 millones de dólares en 2000, a 100.000 millones de dólares en 2009 y a 245.000 millones en 2011, destinados a los sectores de la energía y de los recursos naturales. Perú era el principal destino de las inversiones chinas en el 2010 llegando a 1400 millones de dólares. Además tiene estrechas relaciones con Brasil, Argentina, Venezuela y Ecuador, buscando ampliarse también hacia México. El comercio chino-africano, especialmente basado en la extracción de recursos naturales, creció de 9.000 millones de dólares en el 2000 a 160.000 millones en el 2011, según el Banco Africano de Desarrollo.
Desde 2009, China compite con Estados Unidos por el primer puesto como socio comercial de dicha región y ya se encuentra por delante de Francia y Gran Bretaña.
El caso de Venezuela evidencia esta relación de dependencia en Latinoamérica sobre la base de acuerdos petroleros, que han convertido a dicho país en un gran deudor de créditos, que por muchos años deberán ser pagados con petróleo. Existen más de 200 proyectos mixtos en construcción, telecomunicaciones, agricultura y salud.
Las inversiones chinas se realizan a través de sus seis bancos principales que han capitalizado más de 800 mil millones de dólares en la región.
La estrategia de dominación semicolonial impuesta por China se basa actualmente en el plano económico, construyendo una larga red de dependencia comercial y financiera. No han adoptado una política guerrerista y ocupadora como Estados Unidos, sino que su método es más sutil pero a la vez peligroso.
La relación entre China y Ecuador
Ecuador no es la excepción, con el gobierno de la revolución ciudadana se han desarrollado de una manera vertiginosa las relaciones diplomáticas, políticas y comerciales que van profundizando la dependencia del país, ya no sólo con Estados Unidos, sino además con el país asiático. Las áreas principales en las que invierte china son: industria extractiva, tecnología otorgamiento de créditos y construcción de proyectos de infraestructura.
El endeudamiento con China ha pasado de 9,3 millones de dólares en el año 2005 a 8 177 millones en el año en curso, representando el 35% de la deuda pública del país. Los créditos son concedidos a tasas de interés que fluctúan entre el 6 y 8%. El destino de la mayoría de estos fondos se dirige a la construcción de proyectos de infraestructura, como hidroeléctricas o carreteras, que generalmente son llevados a cabo por empresas chinas. Los préstamos son pagados además con ventas anticipadas de petróleo, lo que garantiza la profundización de la economía extractiva vinculando la economía nacional a necesidades externas.
Ecuador tiene al menos diez proyectos estratégicos con China desde el 2010, con inversiones que sobrepasan los 6500 millones de dólares, entre los que se puede destacar los proyectos hidroeléctricos Coca Codo Sinclair, Minas-San Francisco, Toachi Pilatón, Villonaco, Sopladora, Mazar y Quijos, además del proyecto eléctrico Termoesmeraldas II.
Los créditos otorgados por China le aseguran el control de nuestros recursos naturales, una estrategia aplicada por dicho país en Asia, África y América Latina. Ecuador exporta a dicho país cerca de 5,8 millones de barriles mensuales por venta anticipada de crudo. El destino del crudo ecuatoriano, es absorbido por Petrochina pasando del 17% en el 2009, al 69% en el 2012.
En cuanto a la extracción de recursos naturales, China es concesionaria de la mina de cobre más grande a cielo abierto del Ecuador, a través de Ecuacorriente con una inversión que sobrepasa los mil millones de dólares. En el sector petrolero Andes Petroleum, compañía china, encabeza la lista de las empresas con mayores ganancias en dicho sector –excluyendo las empresas estatales- y se ubica dentro de las diez más grandes empresas del país. Cabe recalcar que esta transnacional ha enfrentado varios juicios por parte de sus trabajadores, quienes no recibían las utilidades correspondientes y ocuparon en varias ocasiones el Parque Arbolito en la capital.
La balanza comercial entre las dos naciones es ampliamente desigual, en cifras del año 2012, Ecuador exportó productos por el valor de 380 millones de dólares, mientras importó 2609 millones. China se convirtió en el segundo país de origen de las importaciones ecuatorianas con el 11%, sólo detrás de Estados Unidos que posee el 22%. Exportamos a China especialmente productos alimenticios y materias primas: petróleo, madera, desechos de cobre, harina de pescado, camarones, desechos de aluminio y plástico, frutas; mientras importamos neumáticos, motocicletas, televisores, productos laminados de hierro, aparatos de telecomunicación, etc.
La inversión china también se encuentra presente en proyectos educativos como es el caso de la Ciudad del Conocimiento Yachay, donde sus capitales y asesoría marcan el paso de un plan elitista, mercantilizador y funcional sobre la educación superior ecuatoriana.
Como vemos esta relación está mediada por un profundo sometimiento asegurado por los créditos que garantizan el control sobre los recursos naturales del país. El dominio de China profundiza nuestro carácter semi-colonial.
A modo de conclusión
Las conclusiones saltan a la vista, China se ha convertido en una potencia imperialista que ha alcanzado un vertiginoso desarrollo en algunos campos y que utiliza estrategias y políticas concretas para el sometimiento de otros países que asegure su propio crecimiento y el funcionamiento de su gigante economía. Los gobiernos del socialismo del siglo 21 son cómplices directos de la creciente dominación China en América Latina, relación de la que se ven beneficiados directamente, al ser parte de la burguesía burocrática, facción que utiliza el aparato de Estado como eje de acumulación.
Sin duda alguna, el país asiático removerá el tablero imperialista y forzará, sin duda alguna, un nuevo reparto del mundo, que en estos momentos se lo lleva desde una base comercial-financiera, y que posteriormente se consumará a través de la violencia por el control de los recursos naturales indispensables para los procesos de acumulación de capital.
El enemigo de los trabajadores de nuestros países no es sólo Estados Unidos sino el imperialismo en general, no importa con qué bandera esté cobijado, siempre constituirá un problema que restringe nuestra verdadera emancipación.