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Movimiento Vientos del Pueblo

DEMOCRACIA RADICALIZADA O DEMOCRACIA DE NUEVO TIPO



El debate sobre la democracia ha sido constante durante el desarrollo del capitalismo. En la actualidad existen diferentes posicionamientos en cuanto a ésta, que en algunos casos retoman los debates suscitados por los clásicos, pero que además en las últimas décadas se han ampliado mucho más por las profundas desigualdades producidas por el sistema económico-social imperante y en específico por la quiebra de los postulados del modelo neoliberal. En el presente ensayo discutiremos la propuesta de varias tendencias que sostienen y defienden el ideal democrático, contraponiéndolo con argumentaciones que, retomando los planteamientos de la tradición marxista, hablan de las limitaciones y restricciones que dicha forma de organización política del poder representa para los sectores populares.



La democracia como forma de organización histórico-concreta


Desde la época antigua, en Grecia y Roma, se conforma una organización democrática de la sociedad, es decir una forma específica de organizar el poder, las instituciones y las relaciones entre los ciudadanos. Platón y Aristóteles serían de los primeros en conceptualizar la democracia, denominándola como gobierno del pueblo. Ello no pasaría de ser una definición que no guardaba consonancia con la realidad, pues los esclavos estaban excluidos de toda participación, es más su compra y venta se encontraba garantizada. En Grecia, por ejemplo, eran parte de la Asamblea del Pueblo únicamente los hombres libres, no existía una elección del tipo que conocemos ahora para designar a quienes ocupaban los cargos públicos. Una organización democrática excluyente, donde el gobierno del pueblo no pasaba de ser una denominación, pues en la práctica esa democracia era dirigida por las capas altas de la sociedad.


En la Edad Media, época de predominio del sistema feudal, también se dio una organización democrática, que garantizaba la dominación de la aristocracia terrateniente. Existía una constante tensión entre los poderes locales y central, dadas especialmente porque el Estado-nación no se había configurado aún como tal. Los campesinos, clase mayoritaria de la época, estaban alejados de cualquier participación efectiva, aunque a nivel de derechos gozasen de algunos que sus predecesores, los esclavos, no podían disponer.


El triunfo del capitalismo se da como consecuencia de un proceso de acumulación originaria que sentó las bases económicas expansivas del capital para el triunfo de la burguesía sobre la clase terrateniente. Ello se consumaría a nivel político con la revolución democrático-burguesa que desplazó a la monarquía y a la aristocracia del poder, para consumar una nueva forma de organización estatal ligada a los intereses de la nueva clase dominante. Aquí emerge la democracia liberal, moderna, basada en la unificación del Estado, la división de poderes, el sufragio universal y la declaración de derechos del ciudadano y que se centra en principios tan ambiguos como la justicia, igualdad y libertad.


El modo de producción capitalista logra su consolidación y se mantiene durante más de un siglo como sistema hegemónico a nivel mundial, hasta que a inicios del siglo XX en Rusia se desarrolla una revolución que, dirigida por obreros y campesinos, inauguraría una nueva forma de organización democrática basada en la dictadura del proletariado, término acuñado por Marx en sus obras y retomado por los bolcheviques.


Este recorrido histórico lo que pretende es demostrar que han existido diversas formas de organización democrática a lo largo de la historia, como variantes a través de las cuales el poder se articula e incluye bajo su lógica a las distintas capas de la sociedad. Es decir a cada forma de organización social y económica corresponde una forma de organización democrática que garantiza la subsistencia de determinadas relaciones para que el sistema pueda ser aceptado por todos.


La democracia no es una y la misma cosa a lo largo de la historia, sino que sufre modificaciones de acuerdo al contexto concreto en el que surge. No podemos tener una concepción esencialista de la democracia, pues es una forma de organización que obedece a cómo se estructura una sociedad y el elemento diferenciador que lo va a distinguir de otra.



La democracia en el capitalismo


Es importante comprender qué es el Estado, que aunque no sea el tema central de este ensayo, servirá para poder conceptualizar la democracia. En cuanto a éste han existido diversas interpretaciones a lo largo de la historia, la mayoría de teorizaciones lo ubican como un ente destinado a regular las relaciones sociales, un representante directo de la sociedad tanto desde visiones hegelianas como positivistas. En la actualidad se encuentra en boga la concepción de que el Estado tiene agencia, es decir que los diferentes grupos sociales o ciudadanos deben presionar o incluirse en éste para conseguir demandas y reivindicaciones. Para el marxismo el Estado es un instrumento de dominación de clase que mediante las leyes, la institucionalidad y los aparatos represivos resguarda las relaciones sociales existentes, ya sea a través de la hegemonía o la represión directa. Es decir, el marxismo, lejos de concepciones esencialistas o teleológicas, caracteriza al Estado y a la democracia como productos y constructos sociales que guardan íntima relación a como una sociedad concreta se organiza. Por ello no podemos hablar de democracia de una manera esencialista y metafísica, sino dialéctica e histórica. Es decir, el Estado al estar dirigido por una clase en particular va a organizar la democracia de acuerdo a esos intereses, por más que sus procedimientos, procesos, garantía de derechos y acceso a participación sea mayor o menor.



¿A quién sirve la democracia?


En ese sentido podemos llegar a plantear que la democracia no sirve a todos los ciudadanos por igual, pues como demuestra la historia. La democracia está basada en la desigualdad, no existe democracia pura, es decir para todos los ciudadanos, pues esta sirve a la mayoría -democracia proletaria- o a la minoría -democracia antigua, democracia burguesa.


A lo largo del desarrollo del capitalismo y especialmente en las últimas décadas, la intelectualidad burguesa ha pretendido diferenciar las diferentes variantes de democracia burguesa de acuerdo a elementos especialmente institucionales y formales, que marcan la relación entre el Estado y los ciudadanos. En la actualidad se debate sobre tres tipos de democracia: participativa, representativa y delegativa.


La democracia representativa está basada en la elección de los representantes encargados de tomar las decisiones que afectan al conjunto de los ciudadanos. Es un poder delegado por el soberano a varios representantes (presidentes, parlamentarios). Esta es la definición clásica de democracia.


O´Donell desarrolla el concepto de democracia delegativa, que según él guarda una íntima relación con los gobiernos populistas y que la va a diferenciar de la democracia representativa.


Las democracias delegativas se basan en la premisa de quien sea que gane una elección presidencial tendrá el derecho a gobernar como él considere apropiado, restringido sólo por la dura realidad de las relaciones de poder existentes y por un período en funciones limitado constitucionalmente. El presidente es considerado como la encarnación del país, principal custodio e intérprete de sus intereses. Las políticas de su gobierno no necesitan guardar ninguna semejanza con las promesas de su campaña, ¿o acaso el presidente no ha sido autorizado para gobernar como él (o ella) estime conveniente?


Heinz Dietrich, uno de los principales intelectuales de la corriente del Socialismo del Siglo XXI, va a manifestarse a favor de una democracia participativa


El concepto “democracia participativa” se refiere a la capacidad real de la mayoría ciudadana de decidir sobre los principales asuntos públicos de la nación. En este sentido se trata de una ampliación cualitativa de la democracia formal, en la cual el único poder de decisión política reside en el sufragio periódico por partidos-personajes políticos. En la democracia participativa, dicha capacidad no será coyuntural y exclusiva de la esfera política, sino permanente y extensiva a todas las esferas de la vida social, desde las fábricas y los cuarteles hasta las universidades y medios de comunicación. (Dietrich, pag 47)


Estas no son sino variantes que puede asumir la democracia burguesa sin alterar su esencia. Lo fundamental es determinar a quién sirve dicha democracia. Es decir, por más que aliente o no la participación de los ciudadanos ésta se encontrará atrapada en un conjunto de relaciones sociales existentes tanto en la base económica de la sociedad, mediada por la propiedad; y en el ámbito ideológico, político y cultural, mediada por el Estado, los aparatos ideológicos y las formas de conciencia social imperantes en una época determinada. Es decir el asunto no pasa porque existan más o menos mecanismos de participación, pues las decisiones no podrán salirse de márgenes establecidos por la sociedad capitalista.


El desarrollo de las variantes de la democracia burguesa ha estado ligado en la actualidad a "ampliar" la participación popular mediante organismos estatales como las veedurías ciudadanas, los presupuestos participativos, los concejos de participación ciudadana, etc. Además de procesos macro como las Asambleas Constituyentes, referéndums cada cierto tiempo, etc. Estos mecanismos que son promocionados como elementos que amplían la participación y que contribuyen a la politización de las masas son totalmente inefectivos, pues en el primer caso las involucran en variantes inofensivas para el sistema y que les limitan a "combatir la corrupción"; y en el segundo caso les confinan a variantes legalistas e institucionales que se encuentran aseguradas por los sectores dominantes.


Es importante indagar sobre una de las concepciones imperantes en las ciencias sociales que suelen contraponer democracia a totalitarismo o dictadura como conceptos y formas de organización antagónicas. Es decir cuando existe democracia no habría dictadura y viceversa. Esta es una descripción formal que oculta el verdadero carácter de la democracia. Para Charles Tilly en las sociedades habría una dicotomía entre democratización y desdemocratización, donde el segundo punto estaría ligado a formas dictatoriales y totalitarias.


La democratización significa el movimiento neto hacia una consulta más mutuamente vinculante, más protegida, más igual y más amplia. La desdemocratización, obviamente, significa entonces el movimiento neto hacia una consulta menos mutuamente vinculante, menos protegida, menos igual y menos amplia. En Alemania, podemos afirmar razonablemente que la formación de la República de Weimar sobre las ruinas del Imperio alemán tras la Primera Guerra Mundial introdujo una cierta medida de democratización, mientras que la toma del poder por Hitler en 1933 abocó el país de manera brutal hacia la desdemocratización. (Tilly, 2010, pag 17)


Para el marxismo toda democracia es una dictadura de clase. En la sociedad capitalista se desenvuelve la democracia burguesa, independientemente de las formas que esta asuma servirá siempre a la clase dominante. Es decir puede ser delegativa, representativa, o participativa, de alta o baja capacidad, pero por más que adquiera una de estas formas no dejará de ser una democracia burguesa. Es decir tanto en la República de Weimar como en el fascismo, Alemania nunca dejó de ser una democracia burguesa que mantuvo los privilegios de una determinada clase. No se trata pues de un problema metodológico o de voluntad política, sino de una organización concreta de la sociedad que genera un tipo de organización democrática que es de base excluyente.


Al ser la democracia un componente de las sociedades clasistas no puede permanecer ajena a esa división. Cada clase en el poder aplica la democracia en su seno, mientras aplica la represión y exclusión en los otros sectores sociales. “La vieja democracia, es decir, la democracia burguesa y el parlamentarismo fueron organizados de tal modo, que precisamente las masas trabajadoras se vieran cada vez más apartadas que nadie del aparato de gobernación". (Lenin, 2001)


Para ello debemos comprender necesariamente que, hablando del modo de producción capitalista, la clase dominante, la burguesía, no es homogénea, sino que existen diferentes fracciones que, articuladas a uno u otro sector económico, buscan hacerse de la dirección del Estado para maximizar sus beneficios como tal, sin poner en riesgo, generalmente, las variantes de acumulación de la clase en general. La forma en la que la burguesía se disputa el poder político son las elecciones principalmente, aunque en ocasiones pueden darse enfrentamientos de corte militar o golpes de estado.


Ello nos lleva a la reflexión de qué realmente son las elecciones, pues éstas son mostradas ante el imaginario colectivo como forma de participación y decisión, de canalización de la voluntad popular. Es importante comprender en este sentido que esta forma de participación está mediada por tres elementos base:


- Económico: los diferentes individuos participan en las elecciones dentro de una organización económica establecida, con formas de propiedad y relaciones sociales dadas. La democracia en última instancia lo que resguarda son estos elementos, es decir dentro de sus variantes no los pondrá en juego.


- Ideológico: En este punto hay que tomar en cuenta dos aspectos: uno, el falseamiento producido por la ilusoria idea de participación mediante un mecanismo inefectivo que es mostrado como el mejor; y dos, la participación de los sectores populares en este proceso está mediada por formas de conciencia social imperantes en determinada época, lo que garantiza a la clase dominante que los mismos sectores de explotados crean que están delegando el poder y sus aspiraciones a un grupo de personas que supuestamente los representaría. Aquí entra en juego la propaganda política y el papel de los aparatos ideológicos para reforzar la tradición democrático burguesa.


- Político: las elecciones no arrebatan el poder a la clase hegemónica. No ponen en duda a ésta ni la cuestionan. El control del Estado mediante las elecciones sigue inquebrantablemente en la clase dominante a pesar de las sucesivas elecciones que se efectúen históricamente. En ese sentido es necesario distinguir entre el concepto de revolución de la tradición marxista, como ruptura radical y violenta que socava cualitativamente las bases de un orden social instituido, y las diferentes tergiversaciones de corte socialdemócrata que emergieron dentro de ésta, y que posicionaron la idea de una evolución y vía pacífica hacia el socialismo.


Sólo los bribones o los tontos pueden creer que el proletariado debe primero conquistar la mayoría en las votaciones realizadas bajo el yugo de la burguesía, bajo el yugo de la esclavitud asalariada, y que sólo después debe conquistar el Poder. Esto es el colmo de la estulticia o de la hipocresía, esto es sustituir la lucha de clases y la revolución por votaciones bajo el viejo régimen, bajo el viejo Poder. (Lenin, 2001)


Las elecciones se vuelven así el mejor mecanismo para garantizar el dominio de la clase hegemónica. No representan un problema de por sí a estos sectores, pues generalmente tienen el control sobre éstas. Las elecciones sirven para que la gente dé una aprobación que se vuelve rutinaria a los candidatos que han sido escogidos previamente por cada fracción burguesa. "Se efectúan con el propósito primario de legitimar el sistema, la política y las acciones de la clase dominante-dándoles la fachada de un mandato popular-y de canalizar, confinar y controlar la actividad política de las masas populares". (Avakian, 2000)


La ilusión de participación democrática mediante el juego electoral induce a la pasividad a los sectores populares, y los vuelven cada vez más permeables a lógicas corporativistas, donde sus organizaciones y demandas pasan a estar controladas, organizadas o direccionadas por el Estado y los gobernantes. Se posterga de esta manera el desarrollo de organizaciones independientes que sirvan a los sectores populares para adquirir ciertas reivindicaciones y especialmente para ubicar como su objetivo fundamental la revolución. Es así pues que dirigentes barriales, sindicales, campesinos, y el pueblo en general, son presa fácil de los políticos especializados de los partidos formales que los inducen a votar por ellos a cambio de una u otra reivindicación. Obviamente este no es un proceso unilateral, sino que en ocasiones los sectores populares se salen de esta influencia y mediante la movilización o la lucha social buscan adquirir derechos o reivindicaciones. Pero aún así entra de nuevo el elemento electoral para controlar la lucha de masas e insertarla en variantes inofensivas para la estructura de dominación. Latinoamérica ha sido un escenario propicio para ello, pues las rebeliones populares, tomando como ejemplo inmediato la lucha contra el neoliberalismo, fueron canalizadas a instancias que no cuestionaban el orden establecido sino que lo reforzaron con los procesos del socialismo del Siglo XXI, re-oxigenando la democracia burguesa nuevamente mediante una salida como fueron las elecciones de los nuevos presidentes de "izquierda" o las asambleas constituyentes.


Decidir una vez cada cierto número de años qué miembros de la clase dominante han de oprimir y aplastar al pueblo en el parlamento: he aquí la verdadera esencia del parlamentarismo burgués, no sólo en las monarquías constitucionales parlamentarias, sino también en las repúblicas más democráticas (Lenin, 2003)


Con el devenir histórico la burguesía ha comprendido que la mejor envoltura para precautelar su dominación es la hegemonía y no la represión directa. En ese sentido la democracia cumple un rol fundamental para ello, pues aparenta un consenso entre opresores y oprimidos.


La inefectividad democrática


La democracia burguesa se construye a partir de varios principios, tomando a Tilly, una sociedad es más o menos democrática en base a estas dimensiones:


1. Amplitud: desde un único pequeño segmento de la población disfrutando de amplios derechos, permaneciendo el resto ampliamente excluido de la política pública, hasta una inclusión política muy amplia de la gente bajo la jurisdicción del Estado

2. Igualdad: desde una gran desigualdad dentro de y entre las categorías de ciudadanos hasta una amplia igualdad en ambos sentidos

Los regímenes autoritarios a menudo han impuesto formas no democráticas de ciudadanía de arriba abajo. Pero en compañía de la protección y la consulta mutuamente vinculante, amplitud e igualdad constituyen los componentes esenciales de la democracia.

3. Protección: desde escasa a mucha protección frente a la arbitrariedad del Estado (en un extremo, los agentes del Estado emplean su poder para castigar enemigos personales y recompensar a sus amigos; en el otro, todos los ciudadanos disfrutan públicamente del debido proceso).

4. Consulta mutuamente vinculante: desde no vinculante y/o extremadamente asimétrica hasta mutuamente vinculante (en un extremo, quienes procuran el beneficio del Estado deben sobornar, timar, amenazar o emplear la influencia de terceras partes para obtener cualquier cosa; en el otro, los agentes estatales disponen de obligaciones claras, ejecutables, a fin de repartir beneficios de acuerdo con la categoría del destinatario). (Tilly, 2010, pag 18)


El movimiento de un régimen hacia los extremos más altos de las cuatro dimensiones se considera democratización y su desplazamiento hacia los extremos más bajos de las cuatro dimensiones se considera desdemocratización.


En ese sentido cabe señalar algunos `puntos que, tomados por Tilly y otros teóricos, ocultar el verdadero carácter de la democracia:


- Derechos: La democracia está basada en garantizar ciertos derechos a los ciudadanos en general. El asunto aquí pasa por determinar si efectivamente esos derechos fueron conquistados gracias a la labor de parlamentarios, presidentes o funcionarios; o si en realidad fueron alcanzadas a través de la lucha, cuando los sectores populares transgredieron el orden establecido, es decir lo aceptado socialmente y regentado por la ley. Evidentemente a lo largo de la historia los derechos democráticos han sido producto de la lucha, es decir cuando los sectores populares sobrepasaron el marco democrático burgués institucional y jurídico y plantearon reivindicaciones que en ese momento no se encontraban garantizadas como derechos. Podríamos poner varios ejemplos como la jornada laboral de ocho horas, las reformas agrarias, el libre ingreso a la universidad, etc. Es decir los derechos garantizados han sido fruto de la lucha de masas y no un resultado de la misma democracia.


- Igualdad: El esquema democrático burgués está basado en una supuesta igualdad de los ciudadanos ante la ley y en la igualdad de posibilidades. En el primer caso ello no pasa de ser un formalismo pues dicha igualdad es neutralizada por el peso económico y político de la clase dominante, podríamos poner como ejemplo los conflictos laborales, o la explotación minera y la industria extractiva en general donde el peso económico es el decisivo y los supuestos derechos ambientales, sociales y humanos de las comunidades que se oponen a dicha actividad quedan vulnerados. La ley en sí guarda numerosas contradicciones, la constitución ecuatoriana es un ejemplo paradigmático de ello, pues fue promocionada como una de las más avanzadas a nivel mundial, la primera en dotar de derechos a la naturaleza, sin embargo en ese mismo marco jurídico se garantiza la explotación de los recursos naturales y la potestad en última instancia del Estado a decidir sobre ello, por más que se incluyan farsas como la consulta previa a las comunidades que en el plano legal no tiene un carácter vinculante. En cuanto a la igualdad de oportunidades ello choca directamente con la estructura económica de la sociedad donde el origen de clase define generalmente la posibilidad de acceder o no a mejores condiciones económicas, sociales o culturales. La realidad cotidiana de los sectores populares demuestra hasta el cansancio ello, cuando miles de estudiantes no pueden acceder a la universidad, cuando el reparto de la riqueza es tan desigual, cuando los centros de atención hospitalaria para el pueblo son radicalmente diferentes a los que puede acceder alguien de las clases dominantes. La igualdad es una declaratoria formal, y una contradicción en sí misma si hablamos de democracia.


- La división de poderes: otro de los elementos constitutivos del ideal democrático está basado en la división de poderes del Estado. Es decir mientras más autonomía tengan cada uno de éstos una sociedad será más democrática. Primero hay que tomar en cuenta que la división de poderes en sí, no modifica la estructura económico-social. Segundo, que en el momento actual ni siquiera esta división de poderes es real, pues por ejemplo en Latinoamérica lo que se recrea son gobiernos presidencialistas donde el ejecutivo tiene un gran peso en las decisiones del parlamento y los tribunales de justicia. Tercero, que en sí el poder no radica en el pueblo, ni en sus representantes, sino en la clase económicamente dirigente (nacional, y en caso de los países semi-coloniales, extranjera) quien es la que controla el Estado y maneja en realidad los presidentes, parlamentarios y la justicia.


- Ciudadanía: El concepto de ciudadanía pretende borrar las diferencias entre los variados sectores sociales que componen un país. Establece una lógica de igualdad sin tomar en cuenta el lugar que ocupan cada uno de éstos en la estructura social. La tradición marxista habla en ese sentido de clases sociales bajo las que se articula un sistema democrático, no de ciudadanos únicamente.


Las sociedades democráticas a lo largo de la historia han sido sociedades profundamente desiguales. El espíritu democrático-burgués se diluye en su práctica, tanto por la desigualdad que sostiene como por la sistemática represión directa o indirecta que recrea constantemente. El ideal democrático de igualdad no ha llegado a cuajar nunca a lo largo de la historia.


Nombre una sola situación —en cualquier lugar del mundo, en cualquier período de tiempo— en la historia de las sociedades que hayan afirmado ser, o que usted considere que hayan sido, democráticas (ya sea en la antigua Grecia, Estados Unidos, Europa, India o cualquier otra parte) donde tal democracia en realidad no se haya caracterizado por profundas divisiones y desigualdades sociales y la despiadada explotación y opresión de grandes sectores de la sociedad reforzada por la represión asesina en contra de individuos y grupos que representaron una seria amenaza para aquellos que en realidad gobernaban sobre la sociedad y la población. (Lotta, 2010)


La democracia burguesa no puede ni siquiera cumplir con las libertades que profesa. Es común que las mismas libertades enmarcadas en su marco jurídico sean violentadas cuando le conviene o lo necesita. Los enunciados de libertad, igualdad y fraternidad son frases vacías para las masas.


Si observamos más de cerca el mecanismo de la democracia capitalista, veremos siempre y en todas partes restricciones y más restricciones de la democracia... en los obstáculos efectivos a todos los derechos políticos... estas restricciones excluyen, eliminan a los pobres de la política, de la participación activa en la democracia. (Lenin, 2001)



La democracia en un país semi-colonial


Si bien ya hemos situado las limitaciones de la democracia es importante entender cómo este fenómeno se reproduce de manera particular en países que se hallan bajo la dominación e influencia extranjera. La burguesía de los países industrializados desarrolló una revolución democrático burguesa que liquidó las formas precapitalistas de producción y desplazó a la aristocracia-terrateniente del poder. La monarquía fue sustituida por la república burguesa. Los principios y valores de la burguesía se desencadenaron por toda la sociedad, sus ideales pasaron a ser parte del Estado y el sentido común. Se generaron una serie de derechos y un nuevo marco jurídico. Ello, obviamente, no borraría las diferencias sociales, sin embargo las envolvería en otro marco, mucho más progresivo que el del sistema antecesor. Esta revolución democrática ha permitido a lo largo de la historia una serie de garantías y reivindicaciones a la población en general de esos países sin acabar con la explotación.


Ahora, es importante comprender que esa revolución democrática clásica no se instaura en gran parte del mundo, especialmente en la mayoría de los países de África, Asia y Latinoamérica, quienes se hallaban supeditados desde antes de su conformación como Estados nacionales a la dominación extranjera. Esto provoca que las formas precapitalistas de producción no se liquiden sino que evolucionen lentamente hasta ir adoptando formas más o menos capitalistas. Así mismo la clase nacional que asume el poder se halla ligada a las élites de los países industriales sin poder configurar por ello un proyecto burgués nacional.


Es importante situar esto porque nos permite comprender claramente que el desarrollo de la democracia burguesa en las semi-colonias es muy diferente a la de los países centrales, pues en su configuración median necesariamente relaciones económicas, políticas, culturales e ideológicas de fuerte contenido reaccionario y conservador.


El desarrollo desigual y combinado no se manifiesta pues, solamente en la economía articulando una división internacional del trabajo que reprimariza las economías dependientes, sino también en los sistemas políticos e ideológicos. La democracia en los países dominados no avala ni siquiera libertades y derechos democráticos que ya se encuentran garantizados en los países industrializados, por ejemplo el nivel salarial, beneficios de los que gozan los trabajadores, temas como el aborto, acceso a educación y salud, etc. Esta división incide directamente, pues el poderío económico de estos países y sus corporaciones va a dejar de lado las demandas democráticas que el sistema capitalista dice respetar. Como ejemplo podemos topar nuevamente la industria extractiva que para su operación pasa por encima de las comunidades violando sus derechos ambientales y sociales, y donde el sistema democrático y el Estado en general fungen no como representantes del pueblo sino de dichos grupos.


Es importante comprender además que las demandas democráticas no pueden ser dirigidas y logradas, o por lo menos aceptadas, por la clase dominante de los países semi-coloniales. Su compromiso con los centros hegemónicos bloquea esta posibilidad. Esta tarea recae sin lugar a dudas en los sectores populares.



Democracia radicalizada o nueva democracia


Laclau y Mouffe, ideólogos del posmarxismo, plantean en su libro Hegemonía y Estrategia Socialista, una democracia radicalizada. El asunto por determinar es si lo que hay que buscar es ello o el desarrollo de una nueva democracia, como nueva forma de organización sustancialmente diferente a la establecida en la actualidad.


Para Laclau y Mouffe el socialismo es un componente de la democracia. Para ellos debe existir una articulación de las diferentes luchas de manera separada, que se juntarían en la construcción de un proceso hegemónico nuevo. Mantienen la tesis de que es necesario poner fin a las relaciones capitalistas de producción pero de una manera evolutiva y no revolucionaria.


No hay vínculos esenciales y paradigmáticos que unan a los distintos componentes del programa clásico del socialismo. No hay, por ejemplo, vínculos necesarios entre antisexismo y anticapitalismo, y la unidad entre ambos sólo puede ser el resultado de una articulación hegemónica. Por consiguiente, sólo es posible construir esta articulación a partir de luchas separadas, que sólo ejercen sus efectos equivalenciales y sobredeterminantes en ciertas esferas de lo social. Esto requiere la automatización de las esferas de lucha y la multiplicación de los espacios políticos, y es incompatible con la concentración de poder y saber que el jacobinismo clásico y sus diversas variantes socialistas suponen. Bien entendido, todo proyecto de democracia radicalizada supone una dimensión socialista, ya que es necesario poner fin a las relaciones capitalistas de producción que están en la base de numerosas relaciones de subordinación; pero el socialismo es uno de los componentes de un proyecto de democracia radicalizada y no a la inversa. (Laclau y Mouffe, 1987, pag 294)


Para la tradición marxista la democracia no es un objetivo, sino un medio. El socialismo generará su propia democracia, pero no como una forma evolutiva de la democracia capitalista que se radicaliza, sino como una nueva democracia, que fue sustentada especialmente por Marx y Lenin y a la que denominarían Dictadura del Proletariado. En Laclau y Mouffe el proletariado no representa una vanguardia revolucionaria, sino que las diferentes luchas deben unirse, dejando de lado la clase. Para los marxistas las diferentes luchas sí tienen un carácter específico, pero se pueden articular especialmente bajo una lógica anticapitalista si están influenciadas desde una lógica proletaria. Ello, lejos de ser una reificación del proletariado, lo que hace es comprender sus características como clase, pues es la única que puede brindar un proyecto alterno al capitalismo. Es decir es clave otorgar un carácter de clase a las diferentes luchas, pues como Mouffe y Laclau mismo señalan, estas pueden ser progresistas o reaccionarias, anticapitalistas o no. El tema de la mujer sin duda encuentra una profunda división entre las mujeres de la clase dominante y las mujeres de los estratos populares. El tema ecológico puede ser abordado por las clases dominantes quienes lo pueden incluir en su discurso, pero sólo dándole una lógica anti-burguesa, y anti-capitalista se lo puede entender como un problema mucho más complejo.


Para Mouffe y Laclau no se trata de liquidar la democracia liberal sino en radicalizarla, profundizarla, expandirla.


Una alternativa de izquierda sólo puede consistir en la construcción de un sistema de equivalencias distintas, que establezca la división social sobre una base diferente. Frente al proyecto de reconstrucción de una sociedad jerárquica, la alternativa de la izquierda debe consistir en ubicarse plenamente en el campo de la revolución democrática [199] y expandir las cadenas de equivalencias entre las distintas luchas contra la opresión. Desde esta perspectiva es evidente que no se trata de romper con la ideología liberal–democrática sino al contrario, de profundizar el momento democrático de la misma, al punto de hacer romper al liberalismo su articulación con el individualismo posesivo. La tarea de la izquierda no puede por tanto consistir en renegar de la ideología liberal–democrática sino al contrario, en profundizarla y expandirla en la dirección de una democracia radicalizada y plural. (Laclau y Mouffe, 1987, pag 291)


La tradición marxista en cambio asegura que esa organización democrática debe ser abolida, liquidada mediante una revolución. Y que el socialismo inaugurará una nueva forma de democracia basada en las necesidades, aspiraciones y participación real de la mayoría.


El marxismo comprende que la democracia no es algo perfectible pues su existencia está definida en base a la desigualdad. Tampoco es una meta como señalara Rodrigo Borja en su Enciclopedia de la Política:


La democracia es y seguirá siendo una meta. El mérito de una sociedad —y de su gobierno— es acercarse a ella impaciente y militantemente a sabiendas de que nunca se la alcanzará plenamente. (Borja, 2012)


La democracia actual sólo puede y debe ser abolida para organizar una nueva variante democrática bajo otro tipo de Estado. La confusión entre tipos de democracia dentro del capitalismo es la misma que subyace en las argumentaciones académicas entre tipo de Estado y formas de gobierno, donde generalmente se ataca al neoliberalismo pero no al capitalismo como tal. Sin embargo los sectores populares deben luchar por adquirir ciertas reivindicaciones y derechos dentro de la democracia actual, pero sin perder de vista su objetivo estratégico y la única garantía de romper con la explotación: una revolución. En este momento es cuando más sentido adquieren las variantes independientes de organización popular, que permitan un proceso de lucha y politización real ante las lógicas corporativas de los gobiernos actuales.


MOVIMIENTO VIENTOS DEL PUEBLO – ENERO 2016



Fuentes de referencia:

  • Avakian, Bob (2000). Las ilusiones de la democracia y la realidad de la dictadura. http://revcom.us/a/v22/1060-69/1064/baquo_s.htm

  • Borja Rodrigo (2012). Enciclopedia de la Política. http://www.enciclopediadelapolitica.org/

  • Dietrch, Heinz. El Socialismo del Siglo XXI. http://www.rebelion.org/docs/121968.pdf

  • Laclau Ernesto y Chantall Mouffe (1987). Hegemonía y Estrategia Socialista. Madrid. Siglo XXI.

  • Lefort, C. “La cuestión de la democracia”, en La incertidumbre democrática. Ensayos sobre lo político, Anthropos: Barcelona, 2004, pp. 41-50.

  • Lenin, Vladimir (2003). El Estado y la Revolución. https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/1910s/estyrev/

  • Lenin (2001).Tesis e informe sobrela democracia burguesa y la dictadura del proletariado.https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/1910s/internacional/informe.htm

  • Lenin (1948). Obras escogidas en dos tomos. Moscú. Ediciones en Lenguas Extranjeras.

  • Lotta Raymond (2010). Notas de campo sobre la democracia y el comunismo. http://revcom.us/a/197/Lotta_Roy-es.html

  • Marx, Karl (1999). Manifiesto del Partido Comunista. https://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/48-manif.htm

  • Marx, Karl (1958). La Ideología Alemana, Montevideo. Ediciones Pueblos Unidos, S.A.

  • Marx, Karl (1977). Contribución a la crítica de la economía política. Medellín. Editorial Los Comuneros.

  • Marx, Karl (2000). Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte. En: https://www.marxists.org/espanol/m-e/1850s/brumaire/brum1.htm

  • Partido Comunista Revolucionario de Estados Unidos - PCR-EEUU. (2008). El Comunismo: El comienzo de una nueva etapa. http://revcom.us/Manifesto/Manifesto-es.html

  • O´Donell, Guillermo (1994). Democracia Delegativa. http://www.uaq.mx/contraloriasocial/diplomado/biliografia-modulo3/odonnell.pdf

  • Partido Comunista Revolucionario de Estados Unidos - PCR-EEUU. (2008). El Comunismo: El comienzo de una nueva etapa. http://revcom.us/Manifesto/Manifesto-es.html

  • Rancière, J. (2009) “Las democracias contra la democracia”, en Democracia en suspenso, Casus Belli: Madrid.

  • Tilly, C. (2010) “¿Qué es democracia?” en Democracia, Akal: Madrid.

  • Tocqueville, A. “Introducción” en La democracia en América. Vol I, Alianza: Madrid.

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