¿Qué papel cumple la lucha de clases en la comprensión de la historia y la sociedad?
La idea central que inspira todo el Manifiesto, a saber: que el régimen económico de la producción y la estructuración social que de él se deriva necesariamente en cada época histórica constituye la base sobre la cual se asienta la historia política e intelectual de esa época, y que, por tanto, toda la historia de la sociedad es una historia de luchas de clases, de luchas entre clases explotadoras y explotadas, dominantes y dominadas, a tono con las diferentes fases del proceso social, hasta llegar a la fase presente, en que la clase explotada y oprimida -el proletariado- no puede ya emanciparse de la clase que la explota y la oprime -de la burguesía- sin emancipar para siempre a la sociedad entera de la opresión, la explotación y las luchas de clases. (Marx, 1999)
El pensamiento de Karl Marx inaugura una nueva forma de concebir el desarrollo histórico-social que rompe radicalmente con las formulaciones previas sobre ello, otorgándole a la sociedad un entendimiento científico que se plasma como método en el materialismo histórico y que encuentra una de sus explicaciones fundamentales en la teoría de la lucha de clases como uno de sus ejes constitutivos.
El principal mérito de Marx no es simplemente su análisis del modo de producción capitalista sino haber desarrollado un método que permita comprender cómo se produce el cambio social, en palabras de Althusser inauguró el continente historia como ciencia. Han existido serias tergiversaciones, asimilaciones mecanicistas, dogmáticas y deterministas que han reducido intencionalmente o no los postulados de Marx sobre el desarrollo social. Para Marx: "toda la historia de la sociedad humana, hasta la actualidad, es una historia de luchas de clases" (Marx, 1999). Es decir que el cambio y progreso de la sociedad no depende de voluntades divinas, personalidades sobresalientes, formas avanzadas de conciencia social, variantes adecuadas de gestión estatal, etc., sino que se da especialmente a partir de los choques que se efectúan entre clases existentes en sistemas sociales determinados, que de alguna manera reflejan la contradicción subyacente entre fuerzas productivas y relaciones de producción.
Esta concepción de la historia consiste, pues, en exponer el proceso real de producción, partiendo para ello de la producción material de la vida inmediata, y en concebir la forma de intercambio correspondiente a este modo de producción y engendrada por él, es decir, la sociedad civil en sus diferentes fases como el fundamento de toda la historia, presentándola en su acción en cuanto Estado y explicando a base de él todos los diversos productos teóricos y formas de la conciencia, la religión, la filosofía, la moral, etc., así como estudiando a partir de esas premisas su proceso de nacimiento, lo que, naturalmente, permitirá exponer las cosas en su totalidad. (Marx, 2001)
Es necesario indagar aún más en este aspecto pues la transformación de un sistema social a otro para Marx no se da por la simple voluntad de los hombres, sino que se da en condiciones históricas concretas, donde existe una base material para el cambio: el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas, que entran en contradicción con las relaciones sociales existentes en esa época, lo que abre paso para una situación revolucionaria. Es decir se afirma la necesidad de una premisa material (como condiciones productivas) para la transformación social, pero al mismo tiempo se destaca el papel de agencia que cumplen o deben cumplir determinadas clases sociales para ello. Así pues, en el sistema capitalista emerge una clase que es la que puede terminar con esa contradicción, el agente de cambio en dicho modo de producción es el proletariado que se convierte en clase portadora del progreso social que, a la vez que lucha contra el capitalismo, busca liquidar la base de la opresión histórica: la propiedad privada de los medios de producción. Marx lejos de reificar o idealizar al proletariado, se basa en sus características como clase para definirla como portadora del progreso, pues al estar despojado de toda propiedad lucha contra ésta. "El objetivo inmediato de los comunistas es idéntico al que persiguen los demás partidos proletarios en general: formar la conciencia de clase del proletariado, derrocar el régimen de la burguesía, llevar al proletariado a la conquista del Poder" (Marx, 1999).
En la concepción materialista de la historia la base económica es el determinante en última instancia pero no el único. Marx le confiere un papel trascendental a la superestructura y a las relaciones que establecen los diferentes sujetos dentro de ésta. Marx habla de una revolución política como necesidad insoslayable de tránsito de un sistema social a otro. Lejos de un determinismo en clave economicista que abogaría por una evolución gradual de la sociedad hacia formas superiores basada en el desarrollo de las fuerzas productivas, tesis revisionistas sustentadas por Bernstein y Kautsky a finales del siglo XIX e inicios del siglo XX, el marxismo sostiene que el capitalismo debe ser derrotado por la acción política del proletariado en alianza con otras clases y grupos sociales oprimidos y explotados. Como se puede ver, en Marx no está presente una visión teleológica sino activa, dinámica y dialéctica, que parte de los intereses contrapuestos de determinadas clases para subvertir un orden social imperante, donde existe un papel de agencia de los individuos como clases para transformar una realidad material que existe no sólo en su cabeza sino en la vida práctica y cotidiana.
En cuanto al triunfo final de las tesis del Manifiesto, Marx ponía toda su confianza en el desarrollo intelectual de la clase obrera, fruto obligado de la acción conjunta y de la discusión. Los sucesos y vicisitudes de la lucha contra el capital, y más aún las derrotas que las victorias, no podían menos de revelar al proletariado militante, en toda su desnudez, la insuficiencia de los remedios milagreros que venían empleando e infundir a sus cabezas una mayor claridad de visión para penetrar en las verdaderas condiciones que habían de presidir la emancipación obrera. (Marx, 1999)
Otro elemento que es importante indagar en este aspecto es sobre cómo define Marx a una clase social, y si bien establece que tiene su base en las relaciones de producción, no se restringe únicamente a ello. En ese sentido cabe señalar la diferencia existente entre origen de clase y posición de clase, donde están presentes elementos como la ideología, la política y la cultura. Es decir una clase social o un individuo perteneciente a ésta tiene un origen que está basado en su ubicación en la estructura económica de la sociedad, pero ello no es lo único, pues una clase se constituye no sólo en esa esfera sino de manera más amplia, donde median sus procesos de conciencia y su definición o asimilación ideológica o política, es lo que se denomina en la tradición marxista posición de clase. Es decir un obrero no por el hecho de ser obrero y vender su fuerza de trabajo va a tener una conciencia proletaria y defender sus intereses más profundos como clase, sino que puede tener origen proletario y defender la ideología burguesa, ello ya fue trabajado por Marx y especialmente por Engels cuando caracterizaron a un sector del proletariado inglés como aristocracia obrera. Para Marx la clase dominante recrea su poder no sólo en el ámbito económico sino político e ideológico, lo que permite la penetración de los intereses de clase de la burguesía en las filas del pueblo y el proletariado. Por lo tanto Marx va a concluir que el proletariado para lograr su emancipación definitiva, y con ello la de la sociedad en general, debe pasar de la conciencia en sí a la conciencia para sí. Lenin profundizaría ello cuando, combatiendo el economicismo de la Segunda Internacional, establecía una diferenciación entre lo espontáneo y lo consciente, entre la conciencia puramente económica de los trabajadores y su conciencia política, argumentando que el proletariado sólo podrá liberarse del dominio de la burguesía desarrollándose políticamente, yendo más allá de la búsqueda de reformas económicas, que una consciencia política requiere trabajo político y que el marxismo al ser una ciencia no podría ser asimilada por una vía puramente espontánea. Posteriormente Mao, Gramsci, Althusser, y otros pensadores marxistas profundizarán ello, en el primero en la relación existente entre conocimiento sensorial y racional y en el segundo en conceptos como los de hegemonía y dirección moral e intelectual. Cabe destacar también la relación que establece el marxismo entre los intereses inmediatos y los intereses estratégicos de clase, donde señala que en el primer caso las clases explotadas pueden pelear reivindicaciones sin mayor nivel de conciencia política, pero que trascender al segundo pase significa haber adquirido dicha consciencia que evidencia en profundidad las características del sistema social vigente, es la ligazón existente entre lo reivindicativo y lo político.
Las premisas de que partimos no son arbitrarias, no son dogmas, sino premisas reales, de las que sólo es posible abstraerse en la imaginación. Son los individuos reales, su acción y sus condiciones materiales de vida, tanto aquellas con que se han encontrado ya hechas, como las engendradas por su propia acción. Estas premisas pueden comprobarse, consiguientemente, por la vía puramente empírica. (Marx, 2001)
La historia para Marx no está basada en el consenso o en la armonía, sino en el conflicto, en la disputa entre intereses contradictorios que constituyen la base para la transformación social. El antagonismo viene a ser el factor dinámico que provoca el cambio y que emerge basado en la correlación de fuerzas que establecen las clases sociales en dicho proceso.
Fuentes de referencia:
Marx, Karl y Engels, Federick (2001). https://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/feuerbach/
Marx, Karl. Manifiesto del Partido Comunista (1999). https://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/48-manif.htm
Marx, Karl (2003). El 18 Brumario de Luis Bonaparte. Madrid: Fundación Federico Engels