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  • Movimiento Vientos del Pueblo

El proletariado es la clase revolucionaria hasta el fin


Mucho se ha hablado sobre el papel del proletariado en los procesos revolucionarios, el marxismo es claro en señalar que en la sociedad que vivimos es la vanguardia porque por sus características como clase, lucha contra el origen de toda explotación: por la abolición de la propiedad privada de los medios de producción. En las colonias y semi-colonias han surgido algunos planteamientos acerca de qué revolución se debe llevar en aquellos países –dónde no existe una clase obrera industrial en gran número- y qué clases deben impulsarla, en ocasiones tratando de renegar del papel del proletariado y trasladando esa misión histórica a la burguesía o pequeña burguesía.


El Ecuador al ser un país donde no se desarrolló el capitalismo de manera clásica, y donde aún no han sido superados importantes rezagos semi-feudales y pre-capitalistas, hace que su formación social y económica presente características variadas dónde los aspectos capitalistas, especialmente a nivel industrial y en el campo, no han sido desplegados ni medianamente. Lo que ha generado una composición social en la cual la pequeña producción y el pequeño comercio abundan, combinado con una industria pesada casi inexistente, una industria ligera basada en el ensamblaje y en la producción de alimentos, y un campo atrasado, poco tecnificado especialmente en la pequeña y mediana propiedad.


En el Ecuador no se llevó a cabo una revolución democrático burguesa que generara un Estado independiente y soberano, que vele por sus intereses nacionales, que resuelva el problema agrario y que industrialice el país. Al contrario, nuestro país siempre ha estado atado a las cadenas de la dependencia –española, inglesa y principalmente estadounidense-, lo cual ha hecho que se desarrolle un capitalismo amorfo, donde la alianza burguesa-terrateniente sentó un Estado semifeudal, con fuertes rasgos pre-capitalistas que se mantienen hasta la actualidad.


Los datos del último censo burgués realizado por el gobierno, demuestran la importancia cuantitativa de la pequeña producción y los pequeños comerciantes en la sociedad ecuatoriana. Esta base económica es terreno fértil para que las ideas pequeño-burguesas tengan un importante espacio en los planteamientos políticos que se construyen en las diferentes organizaciones denominadas de “izquierda”. Ello ha dado paso para que surjan las más diversas interpretaciones sobre el tipo de revolución qué necesita el país y las clases que deben llevarla a cabo.


Así, las organizaciones o partidos, progresistas, de izquierda, o revolucionarias, pueden tener una posición de avanzada o reaccionaria, o simplemente desenfocada de la realidad. Han surgido interpretaciones que van desde construir el “estado plurinacional”, hasta la necesidad de generar una sociedad de pequeños productores. En estos planteamientos el proletariado es excluido o relegado a segundo plano del “plan revolucionario”, siendo reemplazado en su papel de vanguardia por el estudiantado, o el campesinado, o por los movimientos que luchan por derechos civiles. Nos vamos a referir especialmente a los planteamientos “revolucionarios” que hace la pequeña burguesía en sus diferentes campos.



La caída del Muro de Berlín y la emergencia del post-modernismo


La arremetida anticomunista encontró el mejor momento para atacar al marxismo después de la caída del Muro de Berlín. Tras ello se manifestó que el capitalismo había triunfado y emergió todo el discurso policlasista y post-moderno de las “resistencias”, ideología particularista que buscaba desterrar la categoría de clase y reemplazarla por las luchas por la igualdad de género, cultural o el tema ecológico, cuando esas mismas luchas se vacían si no están atravesadas o compuestas por una línea clasista. Así en nuestro país emergen actores sociales y políticos que van dejando la estructura proletaria para posicionarse bajo el ala de la burguesía. Varios sectores de la pequeña burguesía se centran en ello y comienzan a plantear aquellas resistencias como lo fundamental. El problema es que lo hace sin tomar en cuenta que vivimos en una sociedad de clases y termina construyendo discursos y acciones poli-clasistas que lejos de ser una crítica sistémica, pasan a ser un engranaje más del mismo. La lucha ya no se asienta en los sectores populares, sino en las denominadas “clases medias”, y cuentan con el auspicio de las ONGs y en muchas ocasiones del Estado. Vale destacar la importancia de la articulación de las resistencias particulares con contenido clasista, lo que da como resultado una posición anticapitalista y que reivindica de manera consecuente las necesidades de cada grupo social.



La CONAIE: pacto entre la pequeña burguesía intelectual y la burguesía indígena


La CONAIE ha sido publicitada como la vanguardia de la lucha social en el Ecuador. Esta organización recibió desde sus inicios la influencia pequeño-burguesa de intelectuales no proletarios, que se autodenominaban progresistas o revolucionarios y que ahora parasitan dentro del gobierno de Correa, tales como los Virgilio Hernández, Augusto Barrera, etc. La influencia pequeño burguesa, más el “apoyo” de ONGs y fundaciones, y el encaramamiento cada vez más fuerte de la burguesía indígena –dueña de los fondos y proyectos internacionales, CODEMPES, relaciones con universidades, propiedades- pone de manifiesto el verdadero carácter de clase de la CONAIE. Su demanda fundamental de “Estado plurinacional” no deja de ser tan reaccionaria como sus planteamientos etnocentristas que dejan por fuera la lucha campesina por la tierra y la integración de todos los campesinos indígenas, mestizos, montubios y negros en una gran organización clasista y de contenido revolucionario. La CONAIE directa o indirectamente ha frenado la lucha de clases en el campo con sus planteamientos, con el cordón umbilical que la une a los gobiernos seccionales y a las ONGs, y con la colaboración de clases permanente con cada gobierno de turno. La influencia pequeño burguesa en alianza con la burguesía indígena se mantiene, engañando así a miles de campesinos indígenas en nuestro país. Es necesaria esta crítica porque nos lleva a la necesidad de la creación de un verdadero movimiento campesino clasista, que tome muy en cuenta las variantes culturales como sinónimo de resistencia e identidad y que se construya desde las verdaderas demandas de un campesino oprimido –económica, política y culturalmente- por terratenientes y gran burgueses. Muchos se escandalizarán con esta crítica, pero compañeros es una necesidad analizar esto de manera sincera y objetiva, fuera de sentimentalismos.



Proletarizar al estudiantado


En las universidades surgen cantidad de colectivos pero muy pocos guiados por una posición de clase proletaria y comunista. Algunas de estas organizaciones mantienen y afirman que son los estudiantes quienes comandan la lucha revolucionaria por su innata rebeldía. Se aíslan de los sectores populares: obreros y campesinos y encierran su “lucha” en el claustro universitario. No se ligan a una actividad práctica concreta por lo que son presas del inmediatismo pequeño burgués que se traduce en aventurerismo o pasividad. Los profesores y académicos en general tratan de vulnerar el marxismo manifestando que hay que “re-actualizarlo”, buscar el “sujeto” revolucionario y caminar hacia la “utopía socialista”. Todo esto cobijado muchas veces en un lenguaje pseudo radical que en esencia busca tergiversar el marxismo y desviar la proletarización del estudiantado. En las universidades, donde se supone se crea y recrea el pensamiento, es clave proletarizar a los estudiantes, es decir que asuman la posición de clase del proletariado y no que profundicen la influencia pequeño burguesa y burguesa que reciben institucionalmente. El estudiantado representa una gran fuerza revolucionaria, llena de arrojo, desprendimiento y valentía que debe encontrar esa hermandad de lucha en la clase obrera y el campesinado pobre.



Los Partidos revisionistas pequeño burgueses


En nuestro país los partidos autodenominados comunistas no han pasado de ser intentonas pequeño burguesas tanto en su composición social como en sus planteamientos. Aquí ha radicado una de las causas para que en nuestro país no haya existido ni exista un verdadero partido proletario que luche por los intereses de las clases trabajadoras. Partidos como el socialista o comunista se constituyeron con una base social pequeño burguesa y sin desprenderse de la influencia de la ideología liberal. Sus dirigentes pequeño burgueses en gran parte, han utilizado estos aparatos para ascender en la escala social mediante el parlamentarismo y valerse del capitalismo burocrático para en muchos casos convertirse en empresarios. Estos partidos no están guiados por la ideología proletaria, lo cual hace que no luchen por los intereses de las masas trabajadoras. La constitución de un verdadero partido proletario que represente a las clases explotadas en su lucha, es una necesidad estratégica para contrarrestar la influencia burguesa y pequeño burguesa en nuestro pueblo, y aumentar la influencia revolucionaria.


Hemos visto algunos ejemplos de organizaciones donde la posición pequeño burguesa se evidencia en sus planteamientos, programas o actitudes. Ahora veamos por qué se debe afirmar al proletariado como vanguardia revolucionaria.



¿Por qué afirmamos los comunistas el papel de vanguardia del proletariado?


La afirmación del proletariado como vanguardia revolucionaria se basa en dos aspectos fundamentales: uno, que el modo de producción capitalista domina a nivel mundial; dos, por sus características como clase social. El proletariado es una clase despojada de propiedad, no posee medios de producción y lo único que le permite conseguir sus medios de subsistencia es la venta de su fuerza de trabajo, la cual en el proceso de producción capitalista genera más valor del que le retribuyen. Además, a través de la extensiva división del trabajo que genera el capitalismo, la clase obrera se agrupa en grandes cantidades en las fábricas lo cual sienta las bases de su organización, lucha y conciencia. En los países dominados por el imperialismo, no llega a constituir un número muy grande cuantitativamente, pero ello no niega sus características y papel histórico.


Entonces lo que pretendemos afirmar es que el proletariado es una clase no propietaria, y precisamente su lucha es contra la explotación y la base de ésta que está sustentada en la propiedad privada de los medios de producción. Explotación además que con el desarrollo del capitalismo y su conversión en imperialismo afecta al campesino pobre, sin tierra y hasta al campesino medio; que constriñe y quiebra permanentemente a los pequeños y medianos productores o comerciantes; que brinda una educación elitista y anticientífica estimulada sólo para satisfacer la demanda de mano de obra barata y calificada. El capitalismo está acabando con el planeta provocando desastres ecológicos alarmantes; vulnera a la mujer con una explotación doble basada en el trabajo no remunerado y con una opresión cultural muy fuerte; aísla al lumpen; y tiene en la penuria económica a miles de semi-proletarios, vendedores ambulantes, desempleados y sub-empleados.


Pero, ¿qué clase es capaz de aglutinar a todas esas fuerzas en una lucha consecuente que resuelva sus problemas reivindicativos y anule las formas de explotación-opresión a las que están sometidas? Tan sólo el proletariado, porque el proletariado es la clase en esencia anticapitalista, que lucha contra la base de este sistema: la propiedad privada de los medios de producción. Y es la única clase que nos puede presentar otro tipo de sociedad: el socialismo, afianzado en la alianza obrera y campesina. Las otras clases no nos pueden ofrecer otro tipo de sociedad, como los anhelos pequeño burgueses de la sociedad de pequeños productores. El campesinado no nos puede presentar una sociedad distinta porque las formas de pequeña propiedad terminan conduciendo a la concentración en pocas manos y a la polarización social. Los estudiantes tampoco pueden ser la vanguardia porque no están insertos en el proceso de producción de bienes materiales. Sólo el socialismo puede resolver los problemas de las diferentes clases. O acaso dentro del capitalismo puede ser solucionado el problema de la mujer y toda la opresión económica, política y cultural que ésta sufre. O el capitalismo podrá detener toda su maquinaria de producción y extractivismo para que el medio ambiente no se pulverice. El capitalismo podrá acaso garantizar el acceso a educación de miles de estudiantes o por lo menos solventar una educación nacional, científica, en décadas se ha visto que no es así. Podrá, en el capitalismo el monopolio tecnológico estar al servicio del pueblo, es evidente que no. Sólo por fuera del sistema capitalista se pueden lograr estas demandas democráticas y revolucionarias. Y quien lleva esa lucha por fuera del capitalismo es el proletariado.


Ahora, en nuestro país las condiciones no están dadas para un tránsito directo al socialismo puesto que no existe una base industrial para ello y los rezagos semi-feudales y pre-capitalistas tienen un papel preponderante en la economía, política e ideología. Por ello es necesario una etapa democrática que resuelva el problema nacional, es decir una revolución de contenido antimperialista y antifeudal. La pregunta es quién debe llevar a cabo esa revolución. Partidos revisionistas como el PCE, al más puro estilo menchevique, manifiestan desde su colaboracionismo que ello lo puede hacer un gobierno burgués como el de Correa; al igual que planteaba el PCMLE que este gobierno era progresista, antimperialista, de izquierda. Esas tareas no pueden ser cumplidas por gobiernos representantes de la burguesía, por su dependencia directa del imperialismo, por ser parte de esa misma cadena de explotación internacional del trabajo. Las tareas democráticas deben ser cumplidas, resolver los problemas que el capitalismo no ha podido hacerlo, pero ello es llevado a cabo por las clases explotadas bajo guía del proletariado y sustentado en la alianza obrera y campesina. Ello sienta las bases de una economía socialista. Es decir el poder político debe estar en manos del proletariado y las clases explotadas para poder resolver las demandas de nuestro pueblo y ello sólo se logra con la conducción del proletariado que es la única clase que lucha contra la base histórica de la explotación.

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